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Exposiciones

Intrahistorias en torno al centenario de Martín Chirino en el CAAM

Arrel (28) 1964. Ferro forjat. Col·lecció Deorador.
Intrahistorias en torno al centenario de Martín Chirino en el CAAM

Centenario del alma del viento en el corazón del MAAC

Año tras año, en agosto suelo visitar el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), ubicado en el barrio de Vegueta de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (isla de Gran Canaria). Este año, el CAAM celebra el centenario del artista Martín Chirino (Las Palmas, 1925-Madrid, 2019) con una exposición antológica titulada Martín Chirino. Crónica del siglo . Un proyecto conmemorativo que, gracias al impulso de la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino, forma parte de la decena de exposiciones planificadas en torno a centros de arte, museos, instituciones culturales y galerías de arte. Los comisarios Fernando Castro Flórez y Jesús María Castaño pretenden acercar al público el imaginario del artista gran canario, desde una revisión más esencialista y simbólica del hierro forjado. Queda valorar las opiniones de un respetable público que, con mucha suerte, se han atrevido a adentrarse en una suerte de inmaculados templos funcionalistas del arte contemporáneo.

  • Homenaje a Julio González, 1955. Hierro forjado, IVAM.

Un homenaje expositivo muy significativo en el archipiélago canario y, concretamente, en su isla natal; Gran Canaria. No sólo porque representó el enderezamiento de la escultura moderna española y canaria durante la dictadura franquista, sino porque su arte siempre ha estado vinculado con la cultura popular y aborigen insular. Las reiteradas esculturas de la serie Espirals , iniciadas en los años sesenta, más allá de responder a una gramática deudora de una tendencia internacional abstracta, conocida como poética informalista, hace referencia a las huellas impresas por el viento en la playa de Las Canteras y, especialmente, a las marcas ancestrales grabadas sobre roca basal Hierro), o bien de Roque de Teneguía (en la isla de La Palma). Todo un gesto de recuperación, preservación y resistencia cultural que, salvando las distancias, comparte afinidades con su amigo de adolescencia, el artista Manuel Millares, ejemplificadas en las series Pintures negres (1946-1948) o bien Pictografías Canarias (1949-1950).

De lo contrario, Chirino se inscribe dentro de una generación de escultores del hierro -como Chillida o Alfaro- heredera de maestros nacionales de la altura de Oteiza, González o Gargallo. Sus esculturas miman el viento, juegan con el espacio envolvente y, al mismo tiempo, humanizan el lenguaje abstracto con la apropiación de las tradiciones populares y las herramientas del campesinado. Desde ese trasfondo, Martín Chirino no dudó en conmemorar algunos de sus referentes estéticos, que en el museo son representados con la obra Homenaje a Julio González (1955), ubicada en la planta -1, y con la Composición. Homenaje a Joan Miró (1953), una pieza ubicada en la planta baja. Dos piezas de afinado hierro forjado que se atreven a reflejar un rudimentario lenguaje rítmico del aire, pertenecientes a la época de los primeros trabajos escultóricos y viajes por Europa. Momento en el que el artista descubrió por primera vez la obra de González, durante su estancia en París, en 1952.

Crónica de una visita guiada

El acceso a las modernas instalaciones del CAAM resulta especialmente agradable, gracias al trato resolutivo del personal de recepción, siendo Patri un ejemplo claro, y la eficiencia de un relevante (pero invisibilizado) personal externalizado del museo que, desde el anonimato y trabajo diario, desarrollan tareas imprescindibles de atención al público, asesoramiento, mantenimiento, limpieza y seguridad. Sin sus aportaciones, el funcionamiento diario del CAAM –como el de cualquier otro– resultaría impensable. Un tema que la artista feminista estadounidense Mierle Laderman Ukeles hizo constatar con su performance Maintenance Art (1979-1980), en la que consistió en limpiar galerías y museos, como un acto de cuestionamiento de los roles tradicionales de cuidado asignados a las mujeres.

  • Aeróvoro (18), 1981. Hierro forjado pavonado. Colección RNR.

Pasados los quince minutos, desde una puerta discreta -casi secreta por mí-, salió una de las conservadoras del museo, Carmen Rodríguez, quien gracias a las gestiones de la recepcionista accedió amablemente a realizarme la visita guiada a lo largo de las cuatro plantas del CAAM. En ese recorrido privado, mis sentidos se vieron cautivados por las grandes esculturas y sus explicaciones, pero sobre todo por la presencia de un suave y cautivador perfume (sin ánimo de hacer publicidad) que llevaba mi anfitriona. La visita se inició desde la planta -1, donde la conservadora narró los años formativos y de la primera etapa de Madrid. A lo largo del resto de las plantas, el público visitante será interpelado en términos de belleza, dureza, fuego, fragilidad o sensibilidad, mediante la articulación de prolíficas series de bronce, hierro, madera, lava roja... ( Aeróvoro, Alfaguara, Afrocán, Raíz, Cangrafía, Paisaje, Pentrecanes ocupan el espacio y, a fin de cuentas, hacen dialogar aspectos cotidianos y costumbristas con elementos mágicos y simbólicos de la cultura ancestral indígena.

En medio de la visita, Rodríguez enfatizó el enorme esfuerzo que había supuesto reunir en el CAAM, documentación bibliográfica y biográfica (cartas, libros y revistas), collages, dibujos, instalaciones de videoarte (creadas por los artistas visuales Miguel G. Morales y Dácil Manrique Lara), prototipos, vitrinas, vitrinas de instituciones museísticas, fundaciones privadas, galerías de arte y colecciones particulares. Todo un trabajo titánico, en el que ella misma, junto a la otra conservadora, Cristina Déniz, y ambos comisarios, participaron activamente en la coordinación y supervisión de la adquisición y buen estado de las piezas y, al mismo tiempo, de su cuidado montaje a lo largo de las cuatro plantas del museo.

Aunque la complejidad de toda instalación expositiva es indiscutible, puesto que cada obra y material cedido requiere un exhaustivo protocolo de manipulación y conservación, también se añaden historias materiales, marcos de referencia simbólicos y, en algunos casos, episodios con tintes melodramáticos. Es ejemplo de ello, una pieza de la serie de Reinas Negras , que sólo se exhibió el día de la inauguración y que, por decisión expresa de su propietario, fue inmediatamente retirada.

  • Dácil Manrique Lara (2024-2025). Martín Chirino, hogar y taller. Fragmento de la vídeoinstalación.

En medio de las explicaciones, la visita se vio interrumpida un par de ocasiones por otros visitantes de la exposición que, aprovechando la presencia de la conservadora, se alentaron por compartir impresiones (ilustradas con imágenes provenientes de sus teléfonos móviles) o formular dudas puntuales sobre las obras. Carmen Rodríguez, desde un talante natural y resolutivo, no dudó en atender e integrar estas intervenciones espontáneas en el discurso de ese itinerario privado.

Finalmente, al llegar la hora de las despedidas, me invadió cierta tristeza al pensar en el deleite de ese rato tan bien aprovechado, nutrido por las explicaciones magistrales de la conservadora, una gran especialista en el universo chiriniano y apasionado de su trabajo.

Más de cuarenta años en Madrid

Ante el aislamiento insular de la posguerra, muchas personas inquietas por la cultura y con ambiciones artísticas -como Manolo Millares, Elvireta Escobio, Manuel Padorno…- decidieron probar suerte en Madrid y, desde allí, viajar a otras ciudades europeas. Chirino, después de aprender el oficio de escultor en la Academia de Manuel Ramos (Las Palmas), ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. A partir de ese momento, su trayectoria se definió por la asimilación de las vanguardias europeas, los logros a exposiciones nacionales e internacionales, su pertenencia a la agrupación de El Paso (1957-1960), la obtención de numerosos galardones... A propósito de su incursión en El Paso Pensamiento (Martín Chirino) acoge una muestra sintética de doce obras bajo el título El Paso. Vanguardia y compromiso .

Pese a los años vividos en Madrid, Chirino siempre ha tenido presente su cultura de origen. Esto explica, tanto los frecuentes viajes al archipiélago, como su voluntad de fusionar el arte moderno, el costumbrismo canario poscolonial y la cultura aborigen, dignificando la cultura material del ámbito rural canario. En otras palabras, el escultor reinterpretó y recontextualizó herramientas del trabajo agrario con obras como la evocadora Herramienta poética e inútil (3) de 1956-1957; el cultivo de subsistencia de entonces: el maíz, representado aquí por la instalación elevada de La espiga (2) de 1956; o bien el medio de transporte más común, simbolizado por El carro (1) de 1956-1957. Una escultura esbozada por unas líneas filiformes de hierro forjado. Este conjunto de piezas pueden contemplarse en la planta baja del museo.

  • Homenaje a Julio González, 1955. Hierro forjado, IVAM.

A raíz de su experiencia laboral con los barcos Puerto de la Luz, que le permitió recorrer numerosos lugares de las costas africanas de Guinea Ecuatorial, Mauritania, Marruecos, Sahara y Senegal, concibió la serie Reinas negras a mediados de los años cincuenta. Un conjunto de pequeñas figuras femeninas estilizadas que, en mi opinión, pertenece a la tradición occidental de colonizar (sintetizar) el concepto de africanidad en una suerte de lenguaje plástico más cosmopolita y occidental, representado por el arte abstracto.

En la década de los años setenta, el artista inauguró nuevas tipologías de obras con las series Aeróboros y Afrocán (ubicadas en la planta baja y en el segundo piso del CAAM), que dialogan con las tradiciones artesanales más ancestrales de los pueblos originarios y, a su vez, exploran sobre las posibilidades expresivas del hierro. Los Aeróboros son piezas que, guardando cierta similitud cinética con los móviles de Calder, se enrosca, retuerce y planea firmemente en un elevado plano horizontal, sin ninguna dificultad aparente. Y, en el turno de los Afrocán , son obras que desafían la gravedad con formas voluminosas, compactas y ovaladas que, al menos, tienden insuflarse arriba, convirtiéndose en una superficie compacta que recuerda a un escudo o una máscara africana.

Y en última instancia, ocupando la planta baja, se exhibe su lenguaje gráfico más personal con la serie de Cangrafías (o escritura canaria), desarrollada en las décadas de los años ochenta y noventa. En esos años, el autor trasladó símbolos primitivos, espirales y pictogramas aborígenes en una variada producción gráfica, que incluye collages, grabados, pinturas y técnicas mixtas.

  • Interior de sala, CAAM.

El legado cultural

Chirino ejerció de activista cultural, difundiendo su poética plástica en artículos de revistas ( Papeles de Son Armadans , Arteguía, Revista de Arte y Pensamiento) , conferencias, manifiestos ( Documento Afrocán , 1976) e iniciativas culturales como la creación de los Talleres de Arte Actual y seminario Bellas Artes de Madrid (1983-1992). Desde la ciudad de Las Palmas, con la intención de descentralizar el arte contemporáneo en el archipiélago, fundó el CAAM (1989), siendo el primer presidente (1989 y 2002), y posteriormente la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino (2015). Su legado artístico, actualmente cogestionado por su hija Marta Chirino y el director de la Fundación, sigue promoviendo la creación artística contemporánea, la investigación del patrimonio material e inmaterial del homenajeado, y la preservación de la memoria e identidad cultural canaria.

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