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Muere Montse Guillén, pionera en la internacionalización de la cocina catalana y el arte
Va tenir de parella l'artista Antoni Miralda i fou una persona clau en el maridatge entre art i gastronomia. Avui al matí, el FoodCultura, li ret un sentit comiat
Desde la cocina de una antigua casa de payés en Meranges, donde empezó a preparar comidas para excursionistas con sus padres, hasta llegar a los locales de moda de Manhattan, Guillén no sólo fue exportadora de la gastronomía catalana en el mundo, sino que hizo de la comida mucho más que una necesidad, convirtiéndola en una forma de pensar.
En los años ochenta, ya había dejado huella con el restaurante MG, en la calle Tuset de Barcelona, donde ella misma le describía como "un cruce de influencias, pasiones, atrevimiento". Pero el gran giro llegó en 1984, cuando, junto al artista Antoni Miralda, abrió El Internacional Tapas Bar & Restaurant en Nueva York. Situado en Tribeca, barrio de bohemios y celebridades, este espacio no era sólo un sitio donde comer, sino una especie de laboratorio gastronómico con toques artísticos y una clara vocación social. Por sus mesas pasaron nombres como Warhol, Basquiat, De Niro o Grace Jones, que descubrieron la cocina catalana en el primer restaurante en introducir las tapas españolas y el pan con tomate catalán en Estados Unidos.
Empresaria polifacética, supo innovar y hacer uso de la gastronomía como una expresión artística más, en consonancia con las demás disciplinas con las que trabajaba a menudo. Después de aquella aventura neoyorquina —que duró hasta 1986—, Guillén siguió abriendo restaurantes, vivió entre Miami y Barcelona, e hizo parada en ciudades como Tokio, Buenos Aires o Zúrich, con propuestas donde la comida era excusa y pretexto para explorar otras muchas cosas. En paralelo, puso en marcha, también con Miralda, la iniciativa FoodCultura, un proyecto sin ánimo de lucro que desea explorar las conexiones entre la gastronomía y ámbitos como el arte, la ciencia, la antropología o incluso la tecnología. Una especie de archivo vivo de sabores, rituales y objetos que no siempre ha contado con el apoyo necesario. De hecho, una parte importante de su colección, con miles de piezas, ha terminado en Santander, en una colección privada, después de que no fructificara la idea de hacer un museo en la Casa de la Prensa de Barcelona.
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