Exposiciones
La investigación plástica del cuerpo de Rosalía Banet
La artista crea Cuerpos Mutantes en Espacio Líquido.
Del dibujo parte a una expresión mediante la pintura, escultura, instalaciones y piezas multidisciplinares. Ahora Rosalía Banet expone Cuerpos mutantes en Espacio Líquido de Gijón hasta el 31 de septiembre. La propuesta expositiva aborda el cuerpo como un escenario en el que se cruzan conflictos, deseos y patologías, un archivo simbólico que testimonia la intensidad de la experiencia humana. A través de la investigación plástica, se busca visibilizar cómo estas tensiones —entre enfermedad, consumo y deseo— se inscriben en la superficie del cuerpo, convirtiéndolo en un espejo de las contradicciones sociales y culturales.
Rosalía Banet Renacimiento 15, 2024.
Banet crea, configura y reformula un imaginario donde el cuerpo deja de ser una unidad para revelarse como fragmento y lo hace a partir de colores planos, texturas y formas redondeadas que se podrán ver en Cuerpos mutantes del espacio de Gijón, ubicado en Jacobo Olañeta 5.
Lejos de buscar lo lúdico, su obra pretende captar la atención del espectador y sacudir su mirada. Bajo una apariencia aparentemente amable, se revela lo monstruoso: órganos, siameses, cuerpos duplicados, deformados, expandiéndose más allá de los límites convencionales. El cuerpo que Banet habita no es anatómico ni idealizado; es un cuerpo de exceso, de ansiedad, de trauma. Un cuerpo que se transforma constantemente, intervenido y redibujado, siempre al borde de lo imaginable.
Rosalía Banet Torso dos cabezas, 2025.
Hay un cuestionamiento constante sobre la construcción de la identidad, de los límites corporales a partir de cuerpos fragmentados, fragilidad y desarraigo de la naturaleza. La exposición gira en torno a una mesa central que funciona como paisaje, donde Rosalía presenta obras que descomponen y transforman el cuerpo, cuestionando sus límites y su relación con el entorno. Las series Homo Humus y Totéms (Renacimientos) exploran el desarraigo del ser humano con la tierra: pies segmentados y vacíos en la primera, cuerpos que florecen en la segunda.
La mirada del espectador será participativa, subjetiva y reflexiva, pero también sensitiva y emocional. En cada obra, dibujo y escultura se percibe la densidad del trabajo de la artista gallega. Su obra se configura como un campo de tensiones: entre lo biológico y lo simbólico, lo personal y lo colectivo, lo íntimo y lo político, revelando un universo donde cada elemento parece resonar más allá de sí mismo.
