Helena Almeida (Lisboa, 1934 – Sintra, 2018) ocupa un lugar fundamental en la historia del arte contemporáneo portugués e internacional. A lo largo de más de cinco décadas, su práctica erosionó deliberadamente las fronteras entre disciplinas para dar forma a un lenguaje propio, riguroso y esencial, en el que el cuerpo, el espacio y el gesto se convierten en materia de pensamiento y acción.
Prats Nogueras Blanchard presenta Sostener la línea con mis dedos , la exposición inaugural dedicada a la obra de Helena Almeida en la galería de Barcelona. Esta primera presentación de su trabajo en este espacio propone una lectura precisa de una artista clave cuya práctica articula fotografía, cuerpo y gesto como ejes estructurales de una investigación sostenida sobre los límites de la representación.

Helena Almeida, S/Título, 1975.
A partir de finales de los años sesenta, Almeida inicia una exploración radical sobre la naturaleza misma de la obra de arte, integrando fotografía, dibujo, pintura y performance en una práctica indisociable. En este proceso, su propio cuerpo se convierte en elemento central, no como sujeto autobiográfico ni como autorretrato, sino como instrumento de medida, de acción y de resistencia. Sus imágenes —en su mayoría en blanco y negro y sutilmente intervenidas con pintura o gestos mínimos— funcionan como espacios de tensión donde el cuerpo opera casi de forma abstracta, activando el límite del cuadro y del soporte.
El conocido enunciado "mi obra es mi cuerpo, mi cuerpo es mi obra" sintetiza una concepción del arte entendida como experiencia a la vez física e intelectual. Es en el diálogo constante entre cuerpo y espacio –siempre el de su propio estudio–, entre gesto y frontera –captados con una precisión casi ritual por su marido, Artur Rosa–, donde Almeida construye una poética de la afirmación y la desaparición. Sus obras tracan un incesante movimiento de entrada y salida del cuadro, de ocupación y liberación del espacio, redefiniendo así la posición del espectador y el acto mismo de mirar.

Helena Almeida , Sem título, 2004.
Helena Almeida no es pintora, ni bailarina, ni fotógrafa, pero dialoga con todos estos lenguajes para desplazarlos. Desde hace más de cuarenta años, desarrolló una narrativa empeñada y meticulosa, siempre en el mismo taller, consigo misma como materia y con un único cómplice. Minuciosidad extrema, atención radical al instante capturado, movimiento contenido, montaje riguroso y una radicalidad silenciosa definen una obra que se inscribe en el tiempo y en el gesto, y que sigue interpelando la mirada contemporánea con una intensidad intacta.