Hasta el 25 de enero, el Disseny Hub Barcelona (DHub) acoge la exposición temporal Arte (D)éco 1925 | 2025. El diseño, espejo de las Artes Decorativas , que promete marcar estos últimos meses de 2025. Comisariada conjuntamente por el FAD y Pedro Azara, la muestra establece un diálogo entre dos culturas materiales muy diferentes: por un lado, los años veinte del siglo pasado, con la eclosión del bienestar industrial, del de la objetos cotidianos y la forma en que los percibimos.
Cien años después de la Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales en París, capital ese momento de la cultural mundial, el Fomento de las Artes y del Diseño conmemora ese hito histórico con una selección de doscientos objetos y proyectos que representan la cultura material contemporánea: productos que utilizamos e incorporamos en nuestra vida cotidiana y que revelan.

Foto de Xavier Padrós.
La exposición se estructura en tres bloques. El primero introduce la participación del FAD en la Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas de París de 1925, con fotografías y piezas representativas de los artistas catalanes seleccionados por la entidad barcelonesa. A continuación, el visitante accede a una gran sala donde se confrontan los objetos de dos mundos: el de 1925 y el de 2025. En el centro, simbolizando un espejo, un letrero indica qué mitad corresponde a los elementos de los años veinte y cuál a los contemporáneos. Las mesas se organizan de forma simétrica respecto a esta división, lo que permite que el público tenga siempre delante lo que está por venir y detrás de lo que nos ha traído hasta aquí.

Foto de Xavier Padrós.
La sociedad de 1925 vivió una etapa marcada por el optimismo, la transformación y la voluntad de modernizarse. La exposición parte de cuatro principios fundamentales —hedonismo, exotismo, optimismo y democratización— que sirven como hilo conductor para comprender cómo el diseño y las artes decorativas reflejaban los valores y aspiraciones de esa época. El hedonismo se manifiesta en la atención al placer, la belleza y la calidad de vida; el exotismo, en la fascinación por culturas lejanas y formas nuevas que inspiraban a los artistas y diseñadores; el optimismo, en la creencia en el progreso tecnológico y social; y la democratización, en la voluntad de hacer llegar el arte y el buen diseño a un público más amplio. A través de estos ejes, la exposición permite entender cómo la sociedad de finales de los años veinte aspiraba a ser urbana, industrializada y abierta a la modernidad, transformando la forma en que se producían, consumían y habitaban los objetos cotidianos.