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Exposiciones

La fotografía como memoria: Pasqual Maragall captura el tiempo en el Centre Toni Catany

Del 12 de septiembre al 1 de febrero de 2026, exposición 'La captura del tiempo' con fotografías de Pasqual Maragall.

La fotografía como memoria: Pasqual Maragall captura el tiempo en el Centre Toni Catany

El Centro Internacional de Fotografía Toni Catany inaugurará este viernes, 12 de septiembre, la exposición La captura del tiempo que podrá verse hasta el 1 de febrero de 2026 con fotografías de Pasqual Maragall, organizada en colaboración con la Fundación Pasqual Maragall. La muestra propone un diálogo entre fotografía y memoria, tomando como eje la figura de Pasqual Maragall, economista y político catalán diagnosticado de Alzheimer en 2007. El proyecto invita a reflexionar sobre la fragilidad del recuerdo y el poder de la imagen como testimonio de lo que permanece en el tiempo.

La muestra establece un puente que llega en el 2010, cuando se recuperaron las imágenes que Maragall había tomado con su teléfono móvil Nokia ya las que ahora añaden fotografías inéditas. Con esa cámara sencilla captó instantes de lo que veía y de lo que sentía, empujado por la necesidad de retener su propia presencia. La fragilidad de la memoria comporta también una erosión de la identidad —tanto individual como colectiva—, y estas instantáneas se convierten en el gesto de alguien que intenta detener, con imágenes, su propio olvido.

Esta muestra temporal en el Centro Internacional de Fotografía Toni Catany en Llucmajor, comisariada por Teresa-M. Sala i Garicia evoca también la relación de amistad entre Pasqual Maragall y Toni Catany. Cuando Maragall era alcalde de Barcelona, y con la voluntad de conocer la ciudad desde la mirada de sus vecinos, decidió pasar unos días durmiendo en casa de algunos ciudadanos. En 1987 pernoctó en casa de Toni Catany, en la calle Nou de la Rambla. La muestra recoge este encuentro, marcado hoy por la ausencia de uno y la presencia difusa del otro, tejiendo un diálogo entre memoria, amistad y tiempo perdido.

Las imágenes que conforman la exposición van más allá de la mera documentación visual: grafitis, paisajes, autorretratos y escenas cotidianas se convierten en fragmentos de una memoria que Maragall quiso preservar como anclaje de su identidad y de su existencia en el tiempo. Cada instante capturado con su mirada, a menudo humilde y directa, revela una relación íntima con el mundo que le rodeaba, así como un intento de retener lo que el tiempo amenazaba con borrar. Estas fotografías funcionan como testimonios silenciosos de un diálogo constante con el olvido, un gesto profundamente personal que refleja la fragilidad de la memoria, pero también la fuerza de la voluntad de conservarla. En ellas, se percibe la tensión entre la fugacidad de los instantes y la necesidad de dejar una impronta, como si cada imagen fuera una pequeña batalla contra la desaparición del recuerdo, un acto de perseverancia que convierte la fragilidad en belleza y en presencia duradera.

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