Acto de contrición
El día 12 de junio asistí a un nuevo visionado en el Museu Tàpies y participé en la conversación con el propio Albert Serra y Vicenç Altaio, era el momento de hacer un acto de contrición.
El pasado día 10 de mayo publiqué en la revista Bonart un artículo con mi opinión muy crítica sobre el documental que acabamos de ver. Éste se puede leer online y, por tanto, abreviaré los argumentos.
En resumidas cuentas: Soy fan de Albert Serra. Pero todo hacía predecir un desastre que consumaría el sacrificio de uno de mis admirados artistas. Tenía la intuición de que era imposible que un daliniano confese como Albert Serra pudiera hacer algo interesante sobre Tàpies. El desinterés, la poca fe en la figura y en la obra de Antoni Tàpies se vería reflejada. Para reafirmar mi duda, lo hizo Albert Serra con sus comentarios pre y post visionado con expresiones sobre Antoni Tàpies que me ruboriza repetir. Muy provocativos por las almas sensibles como la mía hacia el gran maestro, decía cosas como: burla, juego de niños con rayas, últimas exposiciones rutinarias, etc. En ese momento, pensé que era lógico porque sólo conozco a dos personas capaces de tener fe en Dalí y en Tàpies a la vez: una es Vicenç Altaió y la otra soy yo. No sabía si Albert Serra era capaz de ese poliamor. Y acababa diciendo que, sin embargo, me gusta su cine –o lo que sea que hace–, por eso reconozco como propia esta contradicción de Tácito, Annals I 58: Proditionem amo, sed proditorem odio (“La traición me gusta, pero odio al traidor”).
Esta cita oximoronica reflejaba mi estado de ánimo era como un koan que debería desarrollarse ya partir de él, digo lo siguiente y hago un verdadero acto de contrición. Necesitaba criticar mi propia crítica porque me quedaban demasiados hilos que atar. ¿No entendía cómo hacer una buena obra sin fe? El título: fe sin obras muerta es una frase evangélica de Santiago y ya me decía que la fe se demuestra con obras y también que no hay obra sin fe. Por eso el drama sacrificial estaba servido. Pasados unos días y confirmado para el nuevo visionado de la película en el Museu Tàpies, ¿me vuelvo a preguntar que estaba proponiendo en realidad Albert Serra? ¿Cuál era mi error como cronista?
Lo que sucedía es que estaba aplicando una mirada convencional como la de aquel que cree que sabe cómo deben ser las cosas, una mirada en cierto modo coherente con el cariño corriente, normal, quizá vulgar que tenemos sobre Tàpies. Quizás utilizaba la razón y no la fascinación porque con tantos subtítulos y palabras que salen en el documental no me había hecho mella la hipnosis propia de sus películas. Pensando en el sacrificio devolví la mirada hacia su documental taurino, Tardes de soledad , y diría que es posible el amor y el sacrificio por cariño. ¿Acaso es esto lo que ha hecho Albert con Tàpies?
En realidad Albert Serra nos da una sacudida. Al decir que la película es una burla, al no demostrar ningún interés hace, el efecto de un estirabot que anorrea los estereotipos, todo lo que ya sabemos de Tàpies. Serra sacude las opiniones rutinarias, lo que debe decirse para ser correcto. Lo hace siempre. Pero en realidad con esta película reencuentra al auténtico espíritu revolucionario provocador de las conciencias que buscaba nuestro admirado artista. Por tanto creo que este documental es la única manera posible de tratar con imágenes al gran maestro Antoni Tàpies y así encontrar la propia vía individual e intransferible.
En el estreno del documental Biblioteca de piedra seca de Joan Vall Karsunke sobre Vicente, me di cuenta, cuando lo maquillan, que es un momento magistral, que ocurría lo mismo que en la película Historia de mi muerte de Albert y que creo que es así con los dos, una auténtica manera de decir lo que es el estilo y qué es el arte.
El gran maestro Kodo Sawaki en su libro El Zen es una gran patraña dice que: "maquillarse consiste, en primer lugar, en conocer y aceptar el propio rostro limpio, para después resaltar sus particularidades por medio del maquillaje y así nunca dejar de ser uno mismo". En ningún momento, ni Serra, ni Altaió pueden dejar de ser ellos mismos en todo lo que hacen. Si se trata de ser tú mismo, en ese lugar, en ese instante: ¿de qué te sirve el arte del maestro Tàpies? Es tu vida, aquí nada corre por cuenta de Tàpies. Por eso Albert Serra ha hecho su propia película, la única manera de rendir homenaje al admirado Antoni Tàpies.