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Opinión

Reivindicar 'El calcetín' de Tàpies

Mitjó, Antoni Tàpies (2010)
Reivindicar 'El calcetín' de Tàpies

A principios de los años noventa del siglo pasado, Antoni Tàpies realizó un proyecto monumental para el gran salón oval del Palacio Nacional de Montjuïc, cuando yo mismo dirigía el MNAC y la arquitecta Gae Aulenti las obras del edificio y del museo. Se trataba de una escultura de 18 metros de altura que representaba un calcetín agujereado con el talón levantado que debía colgar del techo, acompañada y sostenida por una serie de piezas en forma de cruz. El conjunto era de malla metálica y fibra de vidrio con estructura interior de tubo también metálico. Tàpies había pensado este monumento como un espacio de intimidad, en el que se podía entrar para reflexionar.

El proyecto despertó una fuerte polémica pública entonces entre defensores y detractores. Por último fue descartado. Tàpies sufrió mucho ese rechazo. Yo defendí la realización hasta el último momento, convencido de que esta obra llevaría a mucha gente al museo, un público que vendría para visitar las obras del pasado pero también para admirar una realización tapiesana mayor. Era, para mí, un aliciente, un reclamo suplementario para el museo. En esta obra, Tàpies había hecho confluir elementos habituales de su lenguaje artístico. Recordemos, por ejemplo, el Gran díptico de los calcetines, de 1987, hoy en la Fundació Antoni Tàpies.

Reivindicar 'El calcetín' de Tàpies Gran dípctic dels mitjons, Antoni Tàpies (1987)

Los calcetines, muy frecuentes en las obras de Tàpies, eran para él símbolos de la vida cotidiana, y si además los representaba agujereados, usados, era para dignificar el objeto más humilde. Llevándola a la dimensión de una capilla laica, de un espacio de reflexión personal, el artista proponía para el MNAC una obra de una posteridad absoluta que además correspondía a su concepto de museo cuando decía, diez años más tarde, en una entrevista con Arnau Puig en marzo del 2002: “Los museos se han convertido en un espectáculo popular, fondo, es el arte.” Hoy casi se ha perdido el recuerdo de esa gran polémica y de la propuesta generosa que el artista hizo para su ciudad y para el museo más importante del país. Con esta obra, Tàpies se habría convertido en más inmortal y el museo habría tenido una realización con un gran poder de atracción. Pese a que se haya hecho una reproducción de formato reducido en la Fundació Tàpies de Barcelona, me ha parecido que en los años de las celebraciones del centenario del nacimiento de Antoni Tàpies había que reivindicar esta obra y, por qué no, clamar por que algún día se instale en el lugar para el que había sido concebida.

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