La obra de Eduard Arranz-Bravo (1941-2023) llega a varios museos catalanes gracias a su reciente incorporación a la Colección Nacional de la Generalitat. Con este paso, una parte significativa de su legado artístico se distribuirá entre instituciones como el MACBA , el MNAC , el Museo de Granollers , el Museo de Valls y el de MAMT . Un movimiento que reafirma el interés creciente por revisar y situar la trayectoria de un creador que siempre se movió a su manera, algo fuera de lugar y al mismo tiempo bien arraigado a su tiempo.
La Fundación Arranz-Bravo, en colaboración con la Sucesión Arranz-Bravo, ha publicado un catálogo digital que recoge las obras adquiridas y que cuenta con un texto de Àlex Mitrani , historiador y conservador de arte contemporáneo en el MNAC. Mitrani pone palabras a la energía constante que define la obra de Arranz-Bravo. Destaca su movimiento constante, su tendencia al cambio y una búsqueda vital que rehuye el academicismo o el gesto previsible. "De Eduard Arranz-Bravo sobresale la vitalidad. Puede haber angustia en su obra en algunos momentos, pero fue un creador orientado por un entusiasmo irredento, definido por el movimiento y el cambio, siempre en busca dinámica de una libertad gozosa y rebelde."
Fiumo 4, Eduard Arranz-Bravo (1970). Depositat al MAMT
Con mirada crítica, Mitrani también le sitúa dentro de una línea propia del contexto catalán: "Arranz-Bravo podría situarse más cerca de los pintores catalanes de la efervescencia, los ascensionales e imaginativos, y no de los del sentido común clásico o de la materialidad del informalismo." Y remarca un aspecto fundamental de su forma de hacer: "Un núcleo de tensión y de originalidad de Arranz-Bravo se encuentra en la combinación de unos juegos lineales que parecen derivar directamente del automatismo, de un paseo del trazo, librado de cualquier intención constructiva o descriptiva, pero que convive con una figuración natural.
Eduard Arranz-Bravo nació en Barcelona en 1941 y pronto empezó a moverse por el mundo del arte. A finales de los años cincuenta entró en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad, pero no tardó mucho en mirar más allá, un viaje a París le empujó a experimentar con la abstracción y, poco después, un paso por Italia le marcó e impresionó. Durante los años sesenta empezó en su propia pintura, alejándose del abstracto para explorar una figuración muy personal que, aunque algunos críticos bautizaron como “nueva figuración”, él nunca acabó de aceptar ese etiquetado. A finales de los sesenta, ya participaba en exposiciones colectivas con artistas como Bartolozzi , Llimós o Gerard Sala , ya partir de los ochenta empezó a consolidar una trayectoria muy activa con exposiciones destacadas por todas partes.
Doble Mont-verd, Eduard Arranz-Bravo (1969). Depositat al Museu de Valls
Su trabajo pudo verse en la Galería Cadaqués en 1981 en su primera exposición individual. Al año siguiente, presentó por primera vez la serie Abrazadas en la Galería Miguel Marcos en Zaragoza. Enseguida llegaron más, como la retrospectiva en la Sala Gaspar o una exposición de gran formato en Terrassa con el apoyo de la Generalitat. A partir de los noventa su nombre se hizo más presente en la escena internacional, con muestras en Madrid, Palma, París, Bonn, Nueva York, Lausana y, más adelante, en China. Su obra, con una marcada evolución, pero fiel a una forma de ver y cuestionar el mundo, ha mantenido el interés tanto de críticos como de público durante décadas.
Paralelamente, la Fundación Arranz-Bravo —con sede en Hospitalet de Llobregat— mantiene vivo el vínculo con el artista desde el 2009. Nacida con la voluntad de preservar y difundir su legado, también apuesta fuerte por dar visibilidad al arte contemporáneo emergente. Su fondo, formado por más de 300 obras de diferentes épocas y técnicas, es fruto de la donación del propio artista y se conserva, estudia y muestra tanto en la sede de la Fundación como en colaboración con otras instituciones.
Berio 7, Eduard Arranz-Bravo (1970). Depositat al MACBA