Coincidiendo con la Barcelona Gallery Weekend asistí en el patio de luces de la Galería Rocío SantaCruz a una charla/inauguración de la exposición de Antón Lamazares: Noche que no termina, este título y su resonancia poética me sugiere que el arte y los libros verdaderos no son sólo antiguos, ni modernos, que lo quizás más allá.
En la conversación participaban Gloria Moure, Rocío Santa Cruz y el artista. Lamazares realizó algunas observaciones relevantes que ayudan a entender la década de los años noventa y también su deriva personal hacia el mundo del libro de artista. Nos recordaba que hacía veintinueve años que Gloria Moure le hizo el encargo por el Centro Gallego de Arte Contemporáneo, del que era directora. También nos confesó que en la época de Gloria Moure la actividad y presencia de artistas del mundo era tal que estuvo a punto de desistir de mantener sus estudios en Nueva York, Berlín o Madrid para regresar a su tierra natal, en Santiago, ya que la efervescencia que había creado la directora entre diciembre de 1994 y 1998. Luego vino Barcelona y la confianza de Miguel Marcos en él y la nueva figuración gallega junto a: Lamas, Leiro, Patiño.
Éramos una generación llena de paradojas y contradicciones que hizo que algunos nos sumáramos a la nueva condición posmoderna en mi caso desde las páginas de La Vanguardia. Ciertamente, vemos pasados los años que la noche no termina porque la reivindicación de lo que se llamó el regreso a la pintura todavía continúa.
Eu, sèrie Canella Min, Antón Lamazares (1985)
Lamazares nos confesó en la charla a cielo abierto lo que consta en su autobiografía, y es que habiendo nacido en Maceira, aldea de Lalín en Pontevedra, el entorno rural gallego de su infancia y adolescencia dejó una huella honda en su imaginario y su proceso creador. Una incipiente vocación religiosa debida en gran parte por sus estudios al internado del convento franciscano de San Antonio de Herbón, entre 1964 y 1969; en estos años se entregó a la lectura ferviente de textos literarios, sobre todo de los clásicos grecolatinos. A finales de los sesenta comienza a escribir poesía y decide que quiere dedicarse a la literatura. No será así, pero el rumor de la palabra persiste en su pintura. Esto me hace pensar en la posible relevancia de un libro en el ideario del pintor, me refiero al Actus Beati Francisci et sociorum eius, más conocido como las Florecillas de San Francisco publicado entre 1327 y 1337. En esta atmósfera franciscana en el año 2014, Gloria Moure peregrinación de San Francisco de Asís a Compostela. La exposición mostraba 44 obras de 35 artistas entre ellos Antón Lamazares. Dejo por otra ocasión tratar la relevancia de la formación franciscana en la obra de este artista.
El interés de Anton Lamazares por la letra y la poesía es bien conocido, ya que no sólo ha hecho series sobre poetas como la de San Juan de la Cruz, o un proyecto artístico del pintor inspirado en la poesía de Uxío Novoneyra, sino que a lo largo de toda su obra ha incorporado la textualidad al lienzo, incluso no poniendo la serie de 2011, en Canela Min, en la serie Letania de 1989 ya se puede comprobar el intento de convertir la textualidad en pintura “estoi serrado voi pal sirco”. Este anhelo de intervención dentro del cuadro le llevó hacia 2012 a la invención de un lenguaje críptico llamado Delfin, serie que expuso en el Circulo de Bellas Artes de Madrid y en el Centro Cultural de España en México.
Estoi serrado voi pal sirco, sèrie Letania, Antón Lamazares (1989)
La primera colaboración de Lamazares con Rocio Santa Cruz se dio en París en 1994 con la primera exposición en Raiña Lupa. Y después con el libro Itinerarium en 1999 sobre un texto escrito por Egeria, la monja viajera del siglo IV, con un texto original latino traducido al castellano, francés y gallego y seis litografías de Antón Lamazares numeradas y firmadas. En 2006, Lamazares y el poeta Carlos Oroza hicieron el libro Un sentimiento ingrávido recorre el ambiente para esta Galería, una joya que normalmente permanece en el fondo de arte y que podemos hojear ahora en ocasión única con motivo de su exposición de pinturas. El libro es de gran formato (50,7x67cm) y editado por Raiña Lupa y Yves Rivière. Una edición de 85 ejemplares numerados y firmados con tipografía manual que contiene cinco litografías del artista, acompañando poemas inéditos de Carlos Oroza y un prólogo de César Antonio Molina.
Litografia d'Antón Lamazares a 'Un sentimiento ingrávido recorre el ambiente'. Raiña Lupa
"Un sentimiento ingrávido recorre el ambiente" es un verso del poeta Carlos Oroza que se encuentra en Blanquísima presencia una de las partes de éste todo que recoge su obra completa con el nombre de Evame. La potencia de este poeta considerado como “maldito” de su generación hizo que Luis Eduardo Aute se fijara en él y cantara ese mismo poema en el 2018 en una versión magnífica, un verdadero homenaje a este poeta de poderosa presencia. Su fuerza hipnótica hacía que sus admiradores le siguieran con fervoroso entusiasmo, tal y como puede verificar la propia Rocío Santa Cruz que le conoció, y que me decía que el embrujamiento de este poeta era tan poderoso que una vez vio cómo dejaba el escenario, bajando a la sala después de empezar la caminata, empezó a caminar. seguía fascinado.
Finalmente, podemos confirmar que es cierto que "la noche no se acaba" pues el poeta Carlos Oroza ha tenido la suerte de que el destino le ha hecho justicia poética y tiene la continuidad garantizada con su hija Marina Oroza. Recientemente, ha publicado su libro Decir y del que Victor Obiols ha escrito "es el libro más importante publicado en 2024 en la poesía hispánica". Obiols nos dice que "es testigo y sublimación hacia una historia de abandono y reencuentro, con un epílogo en prosa quirúrgica donde encontramos el relato de la experiencia vivida". Un auténtico giro irónico, casi diría karmic del destino, porque padre e hija prácticamente no se conocían y, sin embargo, Marina Oroza posee la misma magia y fascinación performático-poética que su padre.