El Museo Guggenheim de Bilbao acoge una muestra centrada en una figura clave para entender la pintura abstracta del siglo XX: Helen Frankenthaler (Nueva York, 1928 – Connecticut, 2011). Bajo el título Pintura sin reglas, nos invita a descubrir la trayectoria de una creadora que echó por el derecho, mezclando intuición, riesgo y una sensibilidad plástica muy personal.
Aunque se movió entre los grandes nombres de la escena neoyorquina de los años cincuenta —gente como Jackson Pollock , Mark Rothko o David Smith— , Frankenthaler optó por abrir su propio camino. Ideó una técnica singular, la llamada “empapar y manchar”, que le permitió trabajar el color como si fuera una sustancia viva. A lo largo de los años, experimentó con distintos materiales y soportes: papel, tela, cerámica, tapices, obra gráfica e incluso escultura. Su forma de pintar no era sólo un acto técnico, sino una especie de coreografía íntima, donde el movimiento y el color se encontraban para construir atmósferas que nunca acababan de explicarse del todo, dejando siempre espacio a la interpretación.
Ocean Drive West #1, Helen Frankenthaler (1974). © 2025 Helen Frankenthaler Foundation
La exposición, que podrá visitarse hasta el 28 de septiembre, repasa casi cinco décadas de producción artística con una treintena de obras que abarcan desde 1953 hasta los primeros años del siglo XXI. El recorrido es cronológico, y funciona como un viaje a través de las etapas vitales y creativas del artista: de los inicios en el Manhattan bohemio, pasando por veranos en Cape Cod con su entonces marido Robert Motherwell, hasta la época más contemplativa en Long Island, donde la vista al mar se convirtió en un paisaje recurrente dentro de su abstracción. También existe un espacio dedicado a su etapa de los años noventa, marcada por un contraste entre la inmediatez de algunas obras y el trabajo más elaborado de otras, y por las últimas piezas hechas sobre papel, un soporte que siempre consideró más flexible y espontáneo.
Janus, Helen Frankenthaler (1990). © 2025 Helen Frankenthaler Foundation
Además de sus propias creaciones, la muestra reúne obras de otros artistas con los que Frankenthaler mantuvo relaciones creativas y personales: esculturas de Anthony Caro y David Smith , y pinturas de Morris Louis , Kenneth Noland o el propio Pollock . Todos ellos fueron compañeros de ruta y amistades que marcaron su evolución artística. De hecho, la amistad con Caro la llevó en verano de 1972 a realizar una estancia en su taller de Londres, donde se lanzó a hacer escultura con el mismo espíritu intuitivo con el que pintaba. Algunas de esas piezas pueden verse ahora en el Guggenheim.
Esta exposición es fruto de un esfuerzo compartido entre la Fondazione Palazzo Strozzi de Florencia , la Fundación Helen Frankenthaler de Nueva York y el propio Museo Guggenheim Bilbao . El comisariado corre a cargo de Douglas Dreishpoon , responsable también del catálogo razonado del artista, que ha querido hacer hincapié en la libertad y la curiosidad como hilos conductores de una obra que nunca se dejó encasillar.
Matisse Table, Helen Frankenthaler (1972). © 2025 Helen Frankenthaler Foundation