Manuel Cirauqui, comisario de Artes de la Tierra, describe la nueva exposición en la segunda planta del Guggenheim Bilbao como un desafío al modelo tradicional de museo, históricamente asociado con la conservación: “Se buscan eliminar los devenires orgánicos de los materiales”. La muestra se presenta como un conjunto de pequeños enjambres de obras y artistas que, de manera circunstancial, funcionan juntos. No existe una homogeneidad buscada —ni lo hubo—, porque imponerla habría significado manipular las propias obras.
Artistas de distintas generaciones y procedencias se han preguntado cómo intervenir la tierra cuando esta más necesita cuidado y reparación: cómo reconocer y devolver sus dones, cómo aprender de lo que ofrece incluso cuando parece haber perdido su riqueza original. En Artes de la Tierra, estas obras, proyectos, documentos y objetos del saber ancestral se combinan con una museografía que apuesta por materiales locales, reciclables y compostables, así como por un enfoque innovador en la logística expositiva. El resultado no solo pone en valor la creatividad de los artistas, sino que también reafirma y amplía el compromiso del Guggenheim Bilbao con la sostenibilidad.

Giuseppe Penone, Uña y hojas de laurel (Unghia e foglie di alloro), 1989.
La exposición temporal, que se podrá visitar hasta el 3 de mayo de 2026, reúne un centenar de obras de más de 40 artistas —esculturas, instalaciones, dibujos, archivos, piezas textiles, intervenciones botánicas y maquetas—. Su propuesta es ambiciosa: explorar la relación entre el arte contemporáneo y la tierra, entendida como territorio físico, simbólico y ecológico. La muestra ofrece una mirada amplia sobre prácticas artísticas que, desde mediados del siglo XX hasta hoy, han trabajado con elementos como tierra, hojas, ramas, raíces o textiles, no como meros materiales, sino como aliados sensibles dentro de un ecosistema compartido.

Hans Haacke, Crecimiento dirigido (Directed Growth), 1970/72, Cortesía del artista y Paula Cooper Gallery, Nueva York, © Hans Haacke, VEGAP, Bilbao, 2025.
Las obras dialogan por afinidades materiales, emocionales y simbólicas, sin dividirse en capítulos ni compartimentos. La exposición se despliega como un organismo vivo, con obras de artistas como Delcy Morelos, Gabriel Orozco, Richard Long, Fina Miralles, Ana Mendieta, Joseph Beuys, Giovanni Anselmo o Agustín Ibarrola, entre otros, donde las conexiones emergen directamente de la materia. Esta metodología, más cercana a la ecopoética que a la museografía convencional, permite que las piezas configuren constelaciones de sentido en torno al suelo, la tierra y su capacidad de regeneración.
El eje conceptual de la muestra es el suelo, entendido no como paisaje o superficie, sino como el estrato donde se genera la vida, se producen transformaciones químicas, se activan ciclos metabólicos y procesos de regeneración… y también se marcan las heridas. En un momento en que la degradación del suelo se ha convertido en uno de los problemas ecológicos más urgentes —y a la vez más invisibles—, la exposición lo presenta como una matriz viva: fértil, sensible y vulnerable.

Isa Melsheimer, Wardian Case, 2023, Cortesía de la artista y Galerie Jocelyn Wolff, Paris, © Isa Melsheimer, Bilbao 2025, Foto: Studio Isa Melsheimer.