La obra explora los umbrales y espacios liminales, investigando sus genealogías, simbologías y ficciones que surgen de experiencias límite, al tiempo que considera el sonido como lenguaje y experiencia visual. Raquel G. Ibáñez crea Eco de niebla en Sant Andreu Contemporáneo que podrá verse hasta el 6 de septiembre.
Eco de niebla, galardonado con el Premio Miquel Casablancas 2024 en la modalidad de proyecto, plantea una investigación en torno a la conexión entre el sonido, la ritualidad y la meteorología popular. En este marco, la investigación se adentra en el estudio de las prácticas de conjuración o exorcismo de tormentas –vigentes hasta el siglo XIX–, de los espacios vinculados a estos rituales y de la figura del Tente Nube.
La propuesta se materializa en una instalación integrada por dibujos impresos a gran formato sobre metal, concebidos como cartografías sonoras del proceso de investigación, y por una pieza de audio. Esta última se elabora a partir de grabaciones de campo realizadas en condiciones de clima invernal del norte de España, así como de registros de toques de Tente Nube —obtenidos en colaboración con agrupaciones de campaneros, como la escuela leonesa de Villavante—, utilizando diferentes sistemas de captación como micrófonos omnidireccionales, binaurales y geó.
Una pieza creada a partir de grabaciones con sistemas de procesamiento y filtrado de sonido junto con otros instrumentos como idiófonos. Mediante el dibujo, concebido como grafía y rastro en diálogo con el sonido, se investigan formas de transmitir y materializar las inquietudes que atraviesan el cuerpo teórico.
Entre sus proyectos más destacados se encuentran Eco de niebla (2024), la pieza de Sant Andreu Contemporani, Granate (2023), una publicación artística centrada en la simbología y la escritura expandida, y Registro de vientos menores (2025), una pieza sonora que explora la relación entre sonido y espacio.