Pocas –o muy pocas-, son las ocasiones que tenemos de gozar de la naturaleza y del arte y, pocas son, también, las oportunidades en las que nuestra mirada se acerca a la del artista en un guiño eterno. Y esto es, justamente, lo que nos propone -y que consigue con creces-, el artista Carlos Pazos (Barcelona, 1949).
En el municipio de Argentona, en Mas Cabanyes, se despliega Portátil , una especie de museo móvil que abarca buena parte de la trayectoria de este creador único que, a principios de la década de los 2000, supo adelantarse a las dificultades de almacenamiento que todo artista arrastra. Porque, dímelo claro, la fragilidad del mercado del arte, esto es un coleccionismo prácticamente inexistente y una ley de mecenazgo opresivo, no han permitido a nuestros creadores despegar y emplazarse en el lugar que les corresponde, al contrario, les ha llevado, inevitablemente, a unas problemáticas. Y es, justamente en estos espacios de heterogénea creatividad donde deberíamos fijar nuestra atención, porque son precisamente estos depósitos de memoria y de escritura contemporánea, donde se acumula la creatividad de un sistema que, a pesar de la voluntad de muchos, no es capaz de despegar.
Ante esta realidad poco esperanzadora, nuestro artista formula un sistema expositivo móvil que rehuye la estructura encorsetada del museo. Así, como si se tratara de aquellas Misiones Pedagógicas impulsadas por el Gobierno de la Segunda República, Pazos inicia en 2004, un proyecto itinerante en el que aboca, a partes iguales, ilusión y resiliencia; deseo de permanencia y de continuidad con aquellos que le precederán, y de fortaleza y rebeldía hacia un sistema del arte empujado por la inmediatez y el olvido.
Con Portátil, el artista de dimensión universal, extravando y experto en nadar a contracorriente, despliega un conjunto de barracones -nueve en concreto-, como los que se encuentran en la construcción y que tienen su campo base en la fábrica Zedis de Lliçà de Munt, propiedad de un amigo de juventud que, junto con su hijo, le apoyan y alienta.

Carlos Pazos - Portátil
Así, ya pesar de las dificultades y, probablemente gracias a ellas, Pazos y su compañera de vida, Montserrat Cuchillo, constituyeron la Fundación PazosCuchillo de Pazos, una entidad que tiene el objetivo de preservar y proyectar la obra de este creador único e inclasificable a través de dos sedes: “Mi Path os Doy”, que cuenta con dos locales Coruña, y la sede “Portátil” de vocación nómada. Con todo, el proyecto visionario que ahora desembarca en Argentona y que se puede visitar con previa reserva en la web de la Fundación, se convierte, a pesar de las dificultades del consistorio –confunden la instalación artística con un proyecto urbanístico en una finca rural-, una oportunidad para adentrarnos en un universo “construido” sobre manera, de objetos encontrados, de pollagos, de collages que se nos revela, sin embargo, lírica y desgarradora al mismo tiempo.
Por todo ello, Borja-Villel, quien hizo los honores del acto de presentación, explicó que la propuesta seguía la misma conceptualización planteada en No me digas nada, la muestra que él mismo comisarió en el 2007 en el Macba y el Reina Sofía, una mixtura entre los ámbitos temáticos y cronológicos a los que a las que se acerca el artista.
Carlos Pazos, ha construido una “Boîte en valise”, un contenedor de obras portátil en constante mutación que expresa el talante emancipador y de rebeldía que lo han hecho, también, portador de los más significativos galardones. Portátil merece una travesía infinita.