Madrid acoge una nueva exposición de Mayte Vieta , una instalación que, bajo el título A mar. Pese a su ausencia, transforma el espacio habitual del Museo Lázaro Galdiano y lo pone en diálogo con una selección de obras de la misma colección. El artista despliega una veintena de piezas que combinan fotografía, escultura, cajas de luz y espejos serigrafiados. Todo ello gira en torno a un eje que atraviesa gran parte de su trayectoria: el mar. No como paisaje, sino como idea, como metáfora de todo lo que nos atraviesa y nos desborda.
Nacida en Blanes, Girona, en 1971, Mayte Vieta es una creadora visual que hace de la luz y el espacio dos elementos centrales de su obra. Trabaja con la fotografía, la escultura y la instalación para construir ambientes que oscilan entre la belleza y la crudeza, desde una mirada íntima e introspectiva. En este propio universo, destaca el uso de fotografías de gran formato que retratan paisajes sin coordenadas, escenarios indefinidos a menudo vinculados a entornos marinos y privados de referencias concretas, a espacios simbólicos.
Comme j´aime que tu existes, Mayte Vieta (2023). © Mayte Vieta
La muestra se puede visitar hasta el 6 de julio y se enmarca dentro del programa Punts de fuga, una iniciativa impulsada por la Fundación Vila Casas para hacer visibles a los artistas de su colección en espacios fuera de Cataluña, y en este caso comisariada por Natàlia Chocarro , asesora de arte de la Presidencia de la Fundación Vila Casas. La exposición ocupa varios espacios del museo: en la galería, se pueden ver cuatro piezas de la serie Cuerpos de luz, dos de las cuales se presentan por primera vez; en la planta baja, la pieza escultórica En el vacío se expone rodeada de espejos, multiplicando su presencia y el juego con la luz; en la sala de arte invitado, una escultura de la serie Preludio se acompaña de fotografías como La Nada o Comme y aime que tú existes, que aparecen dentro de cajas de luz y se ponen en diálogo con espejos serigrafiados con palabras; por último, otra instalación ocupa el pórtico del museo: Animales del tiempo, con figuras escultóricas y cinco espejos decorados con símbolos de animales.
Preludio, Mayte Vieta. © Mayte Vieta
El mar es una presencia constante en la obra de Mayte Vieta, un elemento que le acompaña desde hace más de treinta años. Ya en 1999, en la sala Metrònom de Barcelona, presentaba Silencio, una primera incursión en la representación marina. Ahora, esta presencia se vuelve más densa, convirtiéndose en símbolo de lo que escapa a nuestro control. Como dice la propia artista, las profundidades del océano son el lugar donde el cuerpo se convierte en vulnerable y pequeño ante una naturaleza que es tan fascinante como imprevisible. En esta exposición, Vieta recupera sus raíces como escultora e instaladora, volviendo al trabajo con la materia, pero también con lo intangible: el peso del aire, la lentitud, la sensación de suspensión... son ideas que atraviesan las piezas, donde lo fugaz y lo que perdura conviven y se enfrentan en un mismo espacio.