La exposición de Soledad Sevilla en el IVAM ofrece una mirada completa a su trayectoria, desde sus inicios hasta las obras más recientes. Es un recorrido por su pensamiento visual, basado en la geometría, la línea y la luz como elementos centrales para la construcción de un lenguaje personal. Desde su paso por los seminarios del Centro de Cálculo en Madrid a finales de los años sesenta hasta las obras más recientes creadas expresamente para esta muestra, el recorrido que propone la comisaria Isabel Tejeda no es sólo cronológico, sino también circular: vuelve constantemente al mismo centro, donde la línea, el color y la luz se convierten en materia viva. Se exponen más de un centenar de piezas que abarcan toda la trayectoria de Sevilla, desde sus inicios hasta producciones de 2024, algunas con una mirada directa al pasado, a sus primeros referentes ya la amistad con Eusebio Sempere.
Sense títol, Soledad Sevilla (1969). IVAM
Una versión anterior de esta muestra ya se presentó en el Museo Reina Sofía, pero la propuesta actual del IVAM es diferente, puesto que buena parte de las obras provienen de colecciones valencianas. La artista, reconocida con el Premio Velázquez en 2020, ha sabido evolucionar sin perder coherencia. Si al principio su obra se caracterizaba por módulos geométricos y metacrilatos coloreados, con el tiempo derivó hacia una abstracción más intuitiva. A principios de los años ochenta, su estancia en Harvard la llevó a experimentar con formatos monumentales sobre papel Kraft. De aquel laboratorio de líneas surgieron nuevos caminos, como la conocida serie Las Meninas, donde el dibujo se convierte también en espacio, color y emoción.
Las meninas, Soledad Sevilla (1983). Col·lecció particular. Dipòsit al Museo d'Art Abstracte Espanyol
Con el tiempo, Sevilla siguió explorando nuevos formatos. Algunas de sus instalaciones, como Leche y sangre o Mayo 1904-1992, siendo efímeras, se mantienen vivas a través de documentaciones que ahora forman parte de la exposición. Otros, como la pieza con hilos de algodón Donde estaba la línea, han sido creadas específicamente para el hall del IVAM en el 2025. En la década de los noventa, su manera de pintar también evolucionó: de las líneas limpias pasó a los pinceles, los relieves y las casi texturas, como en las series Ins.
Insomnio madrugada, Soledad Sevilla (2000). Fundació la Caixa
Hacia el final del recorrido, la exposición presenta obras como Nuevas Lejanías, Luces de Invierno o El silencio, en las que Soledad Sevilla reflexiona sobre su propia trayectoria vital y aborda un “invierno personal”. En estas piezas, la luz, el color y la trama del plástico se utilizan para hablar de lo efímero y del paso del tiempo. A continuación, las obras más recientes, realizadas entre 2022 y 2024, muestran a una artista que se reconecta con sus inicios, tanto en los referentes como en el uso de materiales y formas. Aquí, el trazo abandona la búsqueda de la perfección y da paso a una presencia más física, más espontánea, donde la imperfección se convierte en parte esencial del proceso.
Sin embargo, esta exposición, que se podrá visitar hasta octubre, permite redescubrir el universo visual de Soledad Sevilla y conectar con una manera de hacer que ha sabido desafiar los límites sin necesidad de alzar la voz. Tal como señala Isabel Tejeda , comisaría de la muestra, hay que entender quién es Soledad Sevilla: "es una mujer enamorada de su trabajo, que no ha dejado de pintar ni un solo día de su vida; de hecho, sigue pintando cuadros inmensos. Sufrió la misma discriminación y las mismas dificultades que muchas mujeres de su generación, y nunca se va".
De seda azul medianoche, Soledad Sevilla (2018). Col·lecció família Cortina Lapique