Robe Iniesta, líder de Extremoduro y figura imprescindible del rock español, falleció la madrugada de este miércoles a los 63 años. Con él se marcha también uno de los grandes pensadores populares de las últimas décadas, un creador que, desde los márgenes, ofreció a varias generaciones unas letras profundamente humanas, donde la periferia se convertía en centro y la rabia en una vía hacia la lucidez. Su obra hizo del cuerpo un territorio de exploración existencial y del caos una herramienta para desafiar a su antagonista eterna: la autoridad. Todo ello con Extremadura como paisaje emocional permanente.
La música de Extremoduro encarna, quizá mejor que nada, la esencia de Robe Iniesta. Sus letras fueron siempre su espacio propio, el lugar donde desplegó una lírica tan afilada como combativa, marcada por una ironía feroz y por una mirada poética nacida del extrarradio. A partir de ahí, Robe forjó una voz inconfundible que acabó influyendo en toda una generación de grupos que no han dejado de reconocer el impacto decisivo de sus palabras.

Tres músicos ambulantes Jordaens Madrid, Museo Nacional del Prado.
En 2024, el Museo Nacional del Prado dio un paso inesperado al incorporar imágenes al proyecto El poder del arte de Roberto Iniesta. En su último álbum, el músico incluía una pieza de más de nueve minutos en la que defendía la capacidad del arte para “salvarnos de una vida inerte, de una vida triste, de una mala muerte”. La pinacoteca decidió dialogar con esa idea a través de una colaboración insólita entre pintura clásica y rock sinfónico transgresivo.
Con este gesto, el Prado reivindicó el poder evocador de las imágenes y la posibilidad de tejer puentes entre lenguajes artísticos aparentemente distantes. El poder del arte reveló que ese diálogo puede dar lugar a lecturas nuevas, inspiradoras y sorprendentes. El proyecto reunió obras de maestros como Tiziano, Velázquez, Rubens, Poussin o Jordaens, entre otros, para iluminar la poética de uno de los creadores más singulares y radicales de nuestra cultura.
“La palabra inerte (sin vida) procede del latín iners inertis, que está formada por el prefijo in (sin) y la raíz ars artis (arte). ¿Es casualidad o es que en algún momento nos dimos cuenta de que sin arte es lo mismo que sin vida?
La pintura no necesita música, ya tiene. Y la música no necesita imágenes, ya tiene. Somos nosotros los que necesitamos que alguien nos salve de una vida inerte. Gracias, Museo del Prado.” Robe