Exposiciones
Del lienzo a la galería: la revolución artística de Fernando Mignoni
La Galería Elvira González abre temporada con la primera muestra dedicada a la creación del artista madrileño.
La Galería Elvira González presentará el próximo 11 de septiembre la primera muestra dedicada a Fernando Mignoni en sus salas. La exposición reúne una selección de veinte piezas realizadas entre 1969 y 1991 que recorren las diferentes fases creativas del artista: desde sus primeros trabajos centrados en la figura humana, pasando por su transición hacia composiciones donde el paisaje y la naturaleza desplazan al cuerpo, hasta llegar a sus últimas creaciones plenamente abstractas, de carácter constructivista y con una marcada atención al espacio.
Fernando Mignoni Guerra (Madrid, 1929 – 2011) fue pintor, poeta y galerista, una figura esencial en la renovación del arte contemporáneo en España durante la segunda mitad del siglo XX. Hijo de un escenógrafo italiano y de una bailaora española, creció en un entorno lleno de estímulos creativos que marcaron de manera decisiva su trayectoria artística.
Sin título, 1987.
En 1963 se trasladó a París, donde su obra experimentó una transformación clave: el dramatismo de sus inicios dio paso a un lenguaje pictórico más abierto, en el que el color y la abstracción adquirieron un protagonismo creciente.
De vuelta en Madrid en 1967, Mignoni y su esposa, Elvira González, fundaron la Galería Theo. Este espacio pionero introdujo en España a artistas de talla internacional como Picasso, Bacon, Fontana o Rothko. La galería pronto se consolidó como epicentro de la modernidad artística y desempeñó un papel fundamental al conectar la escena española con las vanguardias europeas y americanas.
Como pintor, Fernando Mignoni construyó una trayectoria marcada por la búsqueda constante de un lenguaje propio. En su primera etapa, cercana a la figuración expresionista, incorporó objetos reales y se inspiró en universos tan profundamente enraizados en la cultura española como la tauromaquia o el flamenco.
Durante las décadas de 1970 y 1980, su obra emprendió un giro decisivo hacia la abstracción, apostando por un discurso más sensorial en el que el color y la organización del espacio se convirtieron en protagonistas absolutos.
Sin título, 1981.
En una fase posterior, influido por creadores como Jesús Soto y por el minimalismo norteamericano, Mignoni llevó su investigación un paso más allá: exploró la tridimensionalidad y abrió su trabajo a nuevos territorios. Surgieron así piezas espaciales, esculturas y arquitecturas visuales que desdibujaban las fronteras entre pintura y escultura, proponiendo al espectador una experiencia estética basada en la percepción y la interacción con el espacio.
