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Fina Miralles, referente del arte conceptual catalán, premio Nacional de Artes Plásticas 2025

El jurado le ha otorgado "por su rol pionero en el marco del feminismo y posturas ecologistas tempranas, reivindicando la relación del ser humano con la naturaleza". El premio concedido por el Ministerio de Cultura está dotado con 30.000 euros.

Fina Miralles, referente del arte conceptual catalán, premio Nacional de Artes Plásticas 2025
Conxita Oliver madrid - 10/10/25

Los conceptualismos que se extienden cronológicamente entre 1964 y 1980, desde el fin del informalismo y el inicio del pop-art y las nuevas figuraciones, hasta el regreso a la pintura en los años ochenta, inauguran nuevas prácticas y lenguajes, como la acción, el vídeo o el cine experimental. Constituyen un cambio de paradigma en el arte y que se ubican en el fundamento de las prácticas más actuales, basadas en la cultura del proyecto. Un arte que abandona el objeto a favor de la idea, que cambia la fisicidad por una valoración del proceso de trabajo y que explora en nuevos conceptos como la desmaterialización de la obra de arte. Abordan nuevas relaciones entre arte y lenguaje, arte y política, arte y naturaleza, y arte y medios de comunicación y surgen otros campos como la poesía visual, el arte postal o el libro de artista. En este contexto, establecen la dialéctica natural/artificial e incluye trabajos relacionados con el arte povera y el 'land art'. Muchos artistas realizaron acciones relacionadas con el cuerpo y la naturaleza en una línea precedente al ecologismo. Entre otros, la misma Fina Miralles, Francisco Abad, Francisco Torres, Ángeles Ribé, Pedro Noguera, Pep Domènech, Antoni Muntadas, Manel Valls o Carles Pujol.

Fina Miralles (Sabadell, 1950) es una de las figuras claves del arte catalán de los últimos cincuenta años y una de las artistas conceptuales más reconocidas que rompió con las fronteras de las convenciones artísticas. Trata temas como el feminismo, la naturaleza y el poder mediante acciones performáticas protagonizadas por sí misma, con la ayuda de la fotografía, la pintura, el vídeo y el collage. Realizó acciones en la naturaleza, donde implicaba en sus piezas elementos como los árboles, la tierra, el agua y su propio cuerpo. Su trayectoria es crucial para entender las relaciones que se establecen entre arte y naturaleza, las vinculaciones con el poder, la condición de la mujer, o la propia artista como objeto artístico. Éstas son algunas de las múltiples facetas que ha desarrollado a lo largo de su carrera artística y que debe reivindicarse como una de las propuestas más radicales y libres del arte de este país. Por eso, el jurado ha señalado que "su obra posee una iconicidad muy poderosa que prolonga su vigencia hasta el presente. Lleva a cabo una aguda reflexión crítica del poder en todos sus aspectos. En los últimos años ha hecho una profunda reflexión textual en la que aborda la experiencia humana adoptando una perspectiva holística".

En los años setenta, se inició como artista conceptual, y empezó a trabajar dejando a un lado el concepto de taller para conectar con la naturaleza, usando los materiales naturales sin ninguna transformación y rehuyendo de lo artificial. Miralles diluyó los límites entre tendencias y etiquetas hasta el punto de que en 1973 se convirtió en una Mujer-Árbol cuando se plantó en medio del campo y enterró las piernas en la tierra. Evitando la idea del cuerpo como soporte estético, investigó el autoconocimiento y la emancipación feminista, a través de procesos de movimientos y de dinámicas corporales. Inició la serie Traslaciones; una serie de acciones que consistían en trasladar distintos elementos de la naturaleza y ponerlos en un contexto inusual. Entre las muchas acciones y performances de aquel período destacan algunas de singular desafío. Por ejemplo, aquella que presentó en 1974 en la Sala Vinçon de Barcelona, ​​titulada Imágenes del zoo en protesta por el cierre de animales en malas condiciones, privados de su libertad. Consistía en las fotografías resultado de su reclusión durante tres días en una jaula, junto a otras tres jaulas con un perro, un cordero y una rana.

Con la muerte del dictador, Miralles generó obras de temáticas sociales y políticas como el totalitarismo, la violencia estructural o el patriarcado. A partir del año 1983 inició una peregrinación vital que la llevó a Sudamérica, Francia e Italia, entre otros. Dejó las performances, los vídeos, las instalaciones y los libros de artista para girar bruscamente hacia la pintura como paisaje para indagar lo que llama «lo invisible/visible»; una búsqueda hacia la espiritualidad, con inscripciones gestuales y sígicas de gran lirismo y sencillez. Reinterpretaba el acto creativo como un retorno a las culturas antiguas y milenarias, empleando el dibujo y la escritura como vías para abrirse a todo lo ignoto. El estudio de la filosofía oriental le permitió sumergirse en la percepción del vacío y el silencio expresivo.

En 1978 participó en la Bienal de París y en la de Venecia así como en la creación del Espai 13 de la Fundación Joan Miró. En 1999 dio su archivo fotográfico y documental, la obra pictórica y los cuadernos de viaje al Museo de Arte de Sabadell que en 2001 exhibió una exposición suya. En 2014 hizo el villancico de la Fundación Joan Miró de Barcelona y en 2016 el Museo Arqueológico Nacional, le dedicó una monográfica. En 2020 el MACBA organizó la muestra retrospectiva Fina Miralles. Soy todas las que he sido, comisariada por Teresa Grandas. En 2023 la Fundación Vila Casas presentó desde más allá del tiempo. En 2018 recibió el Premio Nacional de Cultura de la Generalidad de Cataluña y en 2021 fue galardonada con el premio honorífico de la 14ª edición de los Premios GAC. Desde 1999 vive en Cadaqués, al margen de la escena artística en la que seguirá experimentando en las conocidas fotoacciones fiel a su diálogo cotidiano con la tierra, el mar y los ritmos de la naturaleza. La edición en cuatro volúmenes de sus escritos con el título Fina Miralles. Palabras fértiles 1972-2017 pone de relieve la profunda relación entre la escritura y la obra visual del artista. Según sus palabras: “La naturaleza es mi fuerza, la más íntima y profunda. La emoción de la pertenencia a la raíz común de todas las cosas.»

Este Premio Nacional de Artes Plásticas no sólo recupera a una de las figuras del legado conceptual, sino que pone el foco en las mujeres artistas y especialmente en aquellas que han vivido desde la resistencia con una renuncia voluntaria a los circuitos ya la mercantilización del arte.

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