La escultura modernista ha sido una manifestación artística a menudo eclipsada por la pintura y la arquitectura de la misma época. Ahora, sin embargo, el Museo Europeo de Arte Moderno ha decidido ponerle el foco y darle el espacio que merece con una exposición que quiere mirar nuestra historia artística con una mirada más abierta y amplia.
Soñadores y tentaciones. La escultura en Cataluña en tiempos del Modernismo es el título de la muestra que se puede visitar desde ahora y hasta el 28 de septiembre en el MEAM. La propuesta hace un recorrido extenso por la producción escultórica catalana de finales del siglo XIX y principios del XX, y se presenta como una de las exposiciones más relevantes y ambiciosas de la trayectoria del museo.
Bajo la mirada del comisario Juan C. Bejarano , casi un centenar de piezas dibujan un itinerario que conecta nombres como Josep Llimona , Miquel Blay , Enric Clarasó , Eusebi Arnau , Lambert Escaler , Carles Mani y Emili Fontbona con otras menos conocidas. El objetivo no es sólo reivindicar a estos escultores, sino también situar su obra en un contexto más amplio, mostrando cómo la escultura jugó un papel clave en la construcción de la identidad visual de la época. Además de esculturas, la muestra incorpora muebles, pinturas, libros y otros objetos que ayudan a recrear el clima creativo del momento. Esto permite ver claramente cómo la escultura dialogaba con otras disciplinas y hasta qué punto formaba parte de un mismo impulso cultural.
Una parte importante de las obras proceden de la colección propia del MEAM, considerada la mayor en manos privadas dedicada a la escultura modernista en todo el Estado español. A este fondo se le suman préstamos puntuales de coleccionistas particulares y de algunas instituciones públicas. Entre las piezas más destacadas, se encuentran obras tan emblemáticas como Desconsuelo de Limón o Los degenerados de Carles Mani, pero también se podrán ver trabajos que se muestran al público por primera vez.
Hasta ahora, la escultura modernista había quedado fragmentada en muestras puntuales dedicadas a grandes nombres y sobre todo, Josep Llimona —quien ya protagonizó una gran antológica en el MEAM en 2014—, pero nunca se había ofrecido una visión global y profunda de este universo escultórico. Esta exposición es, por tanto, una oportunidad para redescubrir el arte que dio forma a los sueños y tentaciones de una época que marcó la auténtica edad de oro cultural de Cataluña.