Experimentación e innovación. Son las premisas que guían una serie de corrientes artísticas desde principios del siglo XX hasta los años treinta en Europa. Hablamos de las vanguardias históricas. Nos encontramos en un período de entreguerras en el que los artistas se plantean el arte como un acto de subversión: quieren romper con la tradición burguesa y ser modernos. Por eso se adentran en campos completamente inexplorados en el mundo del arte y se sirven de las herramientas que les proporciona la sociedad industrial. En concreto, el lenguaje escultórico potencia su expresividad hasta límites insospechables a través de técnicas, procedimientos y materiales transgresores.
La piedra, a pesar de ser un material muy tradicional, puesto que fue el primer aliado que tuvo el ser humano en su confrontación con el medio natural, tuvo un papel primordial en la evolución de la escultura moderna. Durante el primer tercio del siglo XX varios escultores volvieron a la talla directa en piedra, sin intermediario alguno. En lugar de hacer modelos en arcilla o yeso, y que después técnicos calificados crearan la obra definitiva, cortaban sus propias obras, de inspiración abstracta, como una nueva actitud de modernidad.
La exposición Arte en piedra, que presenta la Fundación Catalunya la Pedrera, con más de medio centenar de piezas, celebra la estructura de piedra de la Casa Milà –conocida popularmente como la Pedrera– y coloca en el interior de la edificio de Antoni Gaudí algunas de las tallas tardías de ocho escultores históricos, nacidos entre finales del siglo XIX y principios del XX; describe sus caminos artísticos, a menudo paralelos, en la investigación de estas nuevas vías de expresión y señala puntos de confluencia.
'Germinal', Louise Bourgeois, (1967-1992)
Jean Arp (Estrasburgo, 1887 – Basilea, 1966), Louise Bourgeois (París, 1911 – Nueva York, 2010), Eduardo Chillida (Donostia, 1924 – 2002), Naum Gabo (Bryansk, imperio Ruso, 1997 – Wa ), Barbara Hepworth (Wakefield, Reino Unido, 1903 – St. Ives, 1975), Henry Moore (Castleford, Inglaterra, 1898 – Much Hadham, Inglaterra, 1986), Isamu Noguchi (Los Angeles, 1904 – Nueva York, 1988 Orio, 1908 – Donostia, 2003), entre otros, dan protagonismo a la capacidad poética y expresiva del material ya la consideración del espacio. Aparte de estas obras abstractas, que entran en diálogo con la Pedrera, una sección complementaria permite ver que los “pioneros” de la escultura moderna estimularon a la siguiente generación –Stephen Cox, Luciano Fabro, Barry Flanagan, Cristina Iglesias, Anish Kapoor, Ettore Spalletti y Alison Wilding–, así como que la piedra ha sido inspiración de nuevas formas conceptuales de trabajar.
Comisariada por Penelope Curtis, ex directora del Museo Calouste Gulbenkian de Lisboa y de la Tate Britain de Londres, la muestra pone el foco especialmente en una de las principales renovadoras de la escultura británica que formó parte de la vanguardia internacional de los años treinta: Barbara Hepworth. Influenciada por Henry Moore, ambos compartieron una visión artística sobre lo primordial en cuanto a los materiales que utilizaron de forma rupturista. Durante sus estancias en París, ambos captaron la modernidad extraída de artistas como Brancusi que indagaban en el arte primitivo. Una de las grandes aportaciones de Hepworth fue la introducción del vacío en unas obras de cariz abstracto, aunque la naturaleza le servía de hilo conductor.
‘Large and small form’, Barbara Hepworth (1934)
La Casa Milà –iniciada en 1906 y terminada en 1912– representa la reflexión más evolucionada sobre un edificio en un chaflán del Eixample de Barcelona por las soluciones constructivas y funcionales avanzadas, así como por las soluciones ornamentales y decorativas que rompen con los estilos arquitectónicos de su tiempo. La fachada de la Pedrera no es estructural, pierde la función tradicional de muro de carga y se convierte en un muro cortina. Los bloques de piedra (más de seis mil) se unen a la armadura por elementos metálicos, por lo que se pudieron abrir grandes ventanales. Hay tres tipos de piedra: en las partes inferiores y en algunos de los elementos del cuerpo, piedra caliza del Garraf; en gran volumen, piedra de Vilafranca del Penedès, y esporádicamente (los marcos de algunas ventanas), piedra caliza de Ulldecona. Inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial, en 1984 fue declarada por la Unesco bien cultural del patrimonio mundial, junto con el Parque Güell y el Palau Güell.
'Sense títol (III)', Anish Kapoor (1997)