El CCCB , el MACBA y el Liceo colaboran por primera vez en un proyecto que combina música, arte y pensamiento para reinventar la ópera tradicional a través de Microóperas de hoy, un proyecto que se abres a nuevas narrativas y formatos transformando la concepción clásica de la ópera y explorando los límites del género.
Este proyecto nace con la voluntad de conectar a tres grandes instituciones culturales de Barcelona y ofrecer una reflexión contemporánea sobre temas urgentes como la relación entre los seres humanos y la naturaleza. El Teatro del CCCB, la Capilla del Convento de los Angeles del MACBA y la Sala Foyer del Liceu se convertirán en escenarios de un itinerario artístico que pretende ser un viaje de exploración emocional y reflexión colectiva. Estas tres microóperas de nueva creación, cada una de ellas encargada a un equipo artístico diferente, forman un recorrido de tres actos, que se pueden ver de forma consecutiva los días 8 y 9 de febrero, ofreciendo una reflexión sobre la belleza y la fragilidad del mundo natural, así como sobre el papel del arte como espacio para imaginar futuros posibles.
La primera microópera, El cielo no se guardará el secreto, repiensa la forma en que nos relacionamos con la belleza y con el arte. Con un formato experimental, esta pieza en el CCCB será un diálogo íntimo entre dos voces que viajan a través de etapas vitales, desde la infancia hasta la vejez. Los creadores Pol Guasch , Clara Aguilar y Silvia Delagneau presentan una propuesta escénica y musical que trasciende las convenciones de la ópera para convertirse en una exploración de la complejidad de existir en armonía con el mundo natural. Las voces que se encuentran en el escenario no sólo relatan historias, sino que también son reflejos de cómo la naturaleza y el arte pueden ser testigos mudos de la vida humana.
El recorrido continúa en el MACBA con Aura, una obra que conecta pasado y futuro a través de la historia de una refugiada que huye de las devastaciones de un mundo en guerra para encontrar paz en un bosque. Gabriel Ventura y Marina Herlop , junto con Rosa Tharrats , exploran aquí la dimensión simbólica del agua, que se convierte en un espacio de renovación, esperanza y resistencia. Esta microópera, con inspiraciones en el arte románico y las visiones místicas de Hildegarda de Bingen, nos lleva a un universo sonoro y visual que fusiona cantos melismáticos con elementos digitales, creando una experiencia en la que se mezclan los límites entre el tangible y el incorpore. Las criaturas acuáticas y las voces de otros mundos que pueblan el escenario son una alegoría del futuro interespecie que, más que distópico, se presenta como una oportunidad para repensar la convivencia con el planeta.
Por último, el Liceu acoge Desheretarás la tierra, una pieza que nos interpela directamente sobre la responsabilidad colectiva en la degradación del mundo natural. Con una escenografía diseñada por Carlos Bunga , donde un suelo orgánico simboliza la fragilidad del planeta, esta obra pone de manifiesto el deterioro progresivo de la naturaleza y la necesidad urgente de realizar cambios. El trabajo de Míriam Cano , Fabià Santcovsky y Carla Tovias es un grito de conciencia que apela al público a reconsiderar el vínculo con nuestro entorno.