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Reportajes

El Premio Nacional de Arquitectura: una reivindicación necesaria

Carme Pinós. Foto: Antonio Navarro Wijkmark.
El Premio Nacional de Arquitectura: una reivindicación necesaria
Marc Riera barcelona - 06/01/23

Premiar y reconocer la arquitectura es sinónimo de valorarla, visibilizarla, acercarla a la gente que, en definitiva, la disfruta día a día. Es, también, y necesariamente, la forma de conocer el nombre y apellido de los arquitectos que la idean, planifican y ejecutan. En España, el Premio Nacional de Arquitectura que impulsa anualmente el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana es la mayor distinción posible en el ámbito de la arquitectura.

El galardón supone la demostración de que la arquitectura es cultura, es ciudad, es sociedad. Y que merece ser reconocida como lo son la poesía, el teatro, la investigación o la innovación. Para los arquitectos, es el premio de los premios en España, el reconocimiento a “un trabajo o una trayectoria que haya contribuido de manera extraordinaria al enriquecimiento de aspectos sociales, tecnológicos y sostenibles de la arquitectura o el urbanismo español dentro y fuera de nuestras fronteras.”

La arquitecta catalana Carme Pinós, premio nacional de arquitectura del año 2021, encarna todos estos requisitos. Se ha valorado la potencia creativa, la excelente ejecución de sus obras –como el Mercado de la Boquería o el Centro Cultural y de Exposiciones CaixaForum de Zaragoza– y sobre todo la responsabilidad social y la sostenibilidad que las impregna, puesto que es capaz de hacer dialogar la arquitectura con otras disciplinas. La trayectoria de Pinós merecía este premio.

El Premio Nacional de Arquitectura atesora una lista con ochenta años de historia en la que figuran nombres como los de Enric Miralles, Oriol Bohigas, Luis Clotet, Francisco Javier Sáenz de Oiza, Rafael Moneo y Carlos Ferrater, entre tantos otros. También porque la obra de Pinós pone el acento femenino en el galardón, que sólo se ha otorgado a otras dos mujeres: Benedetta Tagliabue, en 1995, y Matilde Ucelay, en 2004. Los colegios de arquitectos tenemos el deber, como no puede ser de otra forma, de aplaudir y realzar la arquitectura que hacen nuestros arquitectos. Por eso, el presidente del CSCAE, Lluís Comerón –que desgraciadamente nos dejó hace unos meses–, junto con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Fundación Arquía y la ETSA de Valencia, propusieron Carme Pinós para el premio con este objetivo: valorar la destacada huella de su arquitectura en nuestra sociedad. En una reciente visita al Colegio de Arquitectos de Cataluña, Pinós dejó escrito en el Libro de Oro: “Debemos entender que no se puede ser arquitecto sin un espíritu de generosidad y entrega.”

Desde esta generosidad y esta entrega es desde donde se concibe la mejor arquitectura, aquella que está al servicio de las personas y que, por tanto, merece ser reivindicada.

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