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Opinión

¿Cómo se escribe muerte al sur?

Vista de la exposición ¿Cómo se escribe muerte al sur? Fotografía: Ramiro Chaves. Archivo Diego Rivera y Frida Kahlo, Banco de México.
¿Cómo se escribe muerte al sur?
Luz Massot méxico df - 28/09/25

La exposición de la dupla conformada por Carolina Fusilier y Paloma Contreras Lomas, comisariada por Karla Niño de Rivera y Samantha Ozer, transformó el emblemático Museo Anahuacalli —concebido por Diego Rivera como un “monolito prehispánico” y modernista, destinado a ser su mausoleo personal junto con Frida Kahlo, y hogar de su invaluable colección de arte prehispánico. La muestra no solo ocupó el espacio, sino que lo resignificó, invitando al espectador a una reflexión sobre la muerte, el poder y la identidad en el cruce entre lo ancestral y lo contemporáneo.

Fue un diálogo fascinante con el imaginario tecnológico y ritual que permea las obras de ambas artistas. La conexión de las artistas con el espacio fue innegable. El Anahuacalli, más que un telón de fondo, se convirtió en un personaje. Fusilier y Contreras Lomas
lo intervinieron: infundieron sus mitologías y un elenco de espectros. Las obras de ambas dialogaron íntimamente con la historia y el espíritu del museo. La muestra se presentó como un thriller ficticio donde los ecos de las culturas antiguas se entrelazaron con las obsesiones contemporáneas por vencer la muerte y reconfigurar el tiempo.

  • Vista de la exposición ¿Cómo se escribe muerte al sur? Fotografía: Ramiro Chaves. Archivo Diego Rivera y Frida Kahlo, Banco de México.

Carolina Fusilier tomó como punto de partida las teorías del filósofo ruso Nikolai Fyodorov, quien en el siglo XIX defendía la idea de que la muerte no es un destino natural, sino un defecto técnico de la condición humana, subsanable mediante la ciencia y la tecnología. A partir de esta premisa, Fusilier materializó un conjunto de esculturas y pinturas-objeto que parecían dispositivos de resurrección, cuerpos biocósmicos y artefactos rituales de una civilización futura que encontraba en las estructuras mesoamericanas sus referentes formales. Particularmente destacable fue Jardín resucitado, instalación compuesta por plantas secas recolectadas en el museo y reanimadas mediante mecanismos mecatrónicos, en una operación que subvertía la idea del museo como mausoleo, proponiéndolo como máquina vitalista, capaz de activar y resignificar sus propios restos. Complementando esta idea, se presentó una serie de videos en VHS realizados por Miko Revereza, colaborador habitual de Fusilier, donde formas abstractas y cromáticas evocaban visiones sensoriales del tránsito vital.

Por su parte, Paloma Contreras Lomas continuó su investigación en torno a los relatos distópicos, la ciencia- ficción latinoamericana y las herencias coloniales. Contreras Lomas se interrogaba, como en buena parte de su obra, sobre quién narra la historia y desde qué paisaje se articula el relato. Sus murales, maquetas cerámicas y vídeos convocaban a un elenco de espectros, criaturas híbridas y mitologías apócrifas que revelaban los mecanismos de opresión y violencia estructural, siempre bajo una estética que bebía tanto de la imaginería prehispánica como del cine de terror B y la cultura pop de los años ochenta.

Ambas artistas, a pesar de sus enfoques individuales, tejieron puentes místicos que articularon sus nociones de inmortalidad y un futurismo mesoamericano que se cruzaba con la modernidad occidental. La exposición fue un recordatorio vibrante de que el valor artístico no es estático, sino un flujo constante, y que cada obra contribuye a redefinir nuestra comprensión del arte. ¿Cómo se escribe muerte al sur? impelía a una reflexión profunda sobre la vida, la muerte y el poder transformador del arte. Fue una muestra que dejó una huella indeleble, invitando al espectador a trascender lo evidente y abrazar la complejidad de lo humano en un paisaje en perpetua evolución.

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