Laura Iniesta toma el relevo de Josep Maria Subirachs en el Museo Enrique Monje de Vilassar de Mar y lo hace con La habitación trasera, un recorrido con treinta obras de diferentes formatos, como pintura y escultura, y también de diferentes dimensiones. La obra del artista atrae la mirada del espectador por la riqueza de la textura pictórica, pero también lo hace a partir de múltiples elementos llenos de símbolos. Será cómo acceder a una especie de wunderkammer en el pasado, pero este montaje expositivo, comisariado por Ramon Casalé, nos adentrará con sentimientos, expresiones, recuerdos, frustraciones, miedos, pero también sueños.
Todos tenemos una habitación llena de momentos, vivencias, de capítulos del pasado y algunos que aún están por escribir, de cajón gigante donde se guardan todo tipo de cosas. Y La habitación trasera que se podrá visitar hasta el 20 de abril en la pinacoteca del municipio del Maresme, es un habitáculo con obra potente, fuerte, siempre en diálogo con el elemento mediterráneo que tanto impregna a Vilassar de Mar y la obra del artista. Pero de ese toque mediterráneo, nos transporta también a los múltiples viajes de Laura Iniesta, del regusto oriental a partir de trazos negros y rojos que tanto se vincula con China y lo cuenta con cuatro palabras potentes como “el arte no tiene fronteras”.
A partir de estas obras expuestas, Iniesta se adentra en un mundo personal, en una abstracción que expresa su propio universo y lo hace con creatividad e imaginación, dos conceptos muy arraigados en su obra y con cuatro décadas vinculadas al mundo del arte. "El arte es mi salvación y es mi refugio", un refugio que abre con una habitación y un trabajo que busca elementos del pasado con el presente, siempre con el principio del color donde exprese estados emocionales diferentes.
Hay que abrir la puerta de esta habitación personal de Laura Iniesta y revivir emociones lejanas, algunas cercanas, de la pasión que describe cada una de las obras en el Museo Enric Monjo y de un trazo donde el azar toma protagonismo y un simbolismo propio del artista. Es como un espejo de su mundo íntimo, de deseos y de encontrar respuestas a distintos interrogantes. No hay indiferencia, puesto que una vez se cierre la puerta, el espectador finalizará conmovido a través de gestualidad, obra matérica, pintura directa de gran impacto visual, donde a su vez junta elegancia, equilibrio y estética.
Como explica Laura Iniesta, cierra un poco el círculo de los últimos años, como una especie de alfa y omega, con ese fluir de aspectos de la vida cotidiana mediante una línea, un trazo, una forma o una mancha. El vacío tendrá también su protagonismo que da forma a una síntesis formal pictórica que ya caracteriza su arte. La habitación trasera será una retahíla de emociones, sentimientos, en un constante diálogo entre artista y espectador.