El edificio museo de Olot Espai Cràter fue objeto de un animado debate el pasado día 21 de abril en una reunión organizada por Arquitectos por la Arquitectura con el apoyo de la empresa Escofet-Molins, bien arraigada en el lugar y de ámbito internacional.
El acto, durante el cual se presentó un libro sobre el proceso de diseño, se inició con una conferencia de explicación del proyecto por los autores, Toni Casamor y Anna Codina. La explicación fue extensa y demostró las especificidades del edificio a partir de tres conceptos: el paisaje del bosque, el del camino y el fuego del cráter, los tres representantes de las intenciones del edificio. Hacer estos actos en los mismos edificios que se comentan es de gran interés porque lo que se dice puede compararse con lo que se vive.
Yo fui de los primeros en dar la opinión sobre el edificio y sobre la conferencia. La conferencia hacía uso del concepto de paisaje, que hoy está muy utilizado en las prácticas y teorías de los arquitectos en Europa y en América, porque el concepto de paisaje hace de puente entre el concepto de espacio ensimismado y el concepto de Lugar para vivir. Además, las relaciones entre el sitio y el edificio eran el tema más significativo del libro que se estaba presentando.
Aparte del acierto en los conceptos, mi opinión es que el edificio está muy bien construido, sobre todo teniendo en cuenta que en gran parte está enterrado y así responde a tres paisajes fusionados en una atmósfera arquitectónica muy bien definida y de gran éxito de visitas sociales, escolares y turísticas. Un nuevo sitio para vivir en Olot.
Los otros miembros invitados criticaron el edificio de una forma que siempre he encontrado desagradable, diciendo lo que otros arquitectos habrían hecho mejorando el resultado final. La empresa que soportaba el acto definió el espacio como un edificio digno de Olot y que da fe de una sociedad culta.