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Entrevistas

Miguel Zugaza, Director del Museo de Bellas Artes de Bilbao: "El museo debe comprometerse con los retos que la sociedad tiene"

Miguel Zugaza, Director del Museo de Bellas Artes de Bilbao: "El museo debe comprometerse con los retos que la sociedad tiene"

¿Qué supone la ampliación que han hecho en el Museo y cómo lo están afrontando?

El proyecto de ampliación ya había sido larvado por la dirección anterior del museo. El crecimiento tanto de la colección como de la actividad del museo exigía su redimensionamiento físico. En primer lugar, la reforma importante que se realizó en 2001 supuso la modernización de las infraestructuras pero no un aumento de espacio, necesario para expresar de forma elocuente el valor de la colección y del programa de actividades públicas. Habría que añadir el nuevo contexto surgido del éxito del museo Guggenheim, que transformó la ciudad a partir del arte, la cultura y los museos y supuso la aparición de un nuevo visitante. Desde su origen, el Museo de Bellas Artes de Bilbao había sido pensado para la comunidad local de aficionados al arte y no para recibir el entusiasmo de este nuevo público de otras procedencias que hoy llamamos turismo cultural. Este fenómeno también impacta sobre el museo y apunta de nuevo a su expansión. La tercera razón a la hora de juzgar la ampliación era el desarrollo urbano del entorno del museo que tiene frente a una nueva ciudad, una extensión realmente increíble de Bilbao hacia la ría, con aquel elemento casi totémico que es la torre de 'Iberdrola. Había una necesidad de repensar el museo en un nuevo escenario donde la arquitectura y el urbanismo del siglo XXI se han manifestado tan radicalmente. Con estas ideas convocamos el concurso internacional para ampliar el museo.

¿Cuál fue la acogida de este concurso?

Nos sorprendió mucho el gran número de equipos de arquitectura internacional interesados en el concurso. Bilbao es ya un museo de la arquitectura contemporánea, lo que hace que la presencia en la ciudad sea muy importante para arquitectos y urbanistas. En la selección de seis equipos había varios premios Pritzker y, finalmente, la opción ganadora fue la presentada conjuntamente por Norman Foster y Luis María Uriarte, autor de la reforma del museo de 2001. Su proyecto facilita todo lo que estábamos pidiendo : el redimensionamiento del museo en su entorno urbano y una mejor comunicación entre el nuevo eje de Abandoibarra y el Eixample moderno en el que el museo funciona como una especie de "rótula" entre estas dos partes de la ciudad. La propuesta de Foster y Uriarte plantea una solución muy inteligente al utilizar el espacio sobre los dos edificios para construir un puente que ofrece 6.000 metros cuadrados. Es lo que estábamos requiriendo sin discutir ni un metro cuadrado de las arquitecturas preexistentes. De esta forma, se genera un museo con tres edificios donde cada uno ofrece una experiencia museográfica diferente.

¿Cómo se distribuirá la colección? ¿Cómo las encajarán? En el ámbito museográfico, ¿qué opciones de mejora se plantean aparte de ampliar el espacio para acoger las colecciones?

El Museo de Bellas Artes de Bilbao recoge la historia del arte sin ningún tipo de fisura entre lo antiguo y lo contemporáneo.
El nuevo edificio será el recipiente de la actividad expositiva de carácter temporal. La nueva galería formará parte de un espacio que llamaremos BBK Museu, puesto que contaremos con el apoyo de la fundación bancaria BBK para el desarrollo de la programación durante los primeros quince años de actividad. Otra novedad importante es la incorporación de una nueva colección sobre diseño industrial y arquitectura formada en los últimos años, que se alojará en el nuevo edificio de Foster y Uriarte. Será el propio museo, pero con una nueva colección que refleje la identidad de Bilbao: una ciudad relevante, con un potente pasado industrial conectada, al mismo tiempo, con el diseño y la arquitectura.

Se ha estado hablando mucho sobre "nueva museología". ¿Qué entiende por la nueva museología del siglo XXI aplicada a los museos? ¿Cómo concibe el museo en pleno siglo XXI?

Bien, creo que los museos han cambiado muy poco desde que se inventaron. Servimos por lo que servía el Louvre cuando se inauguró a finales del siglo XVIII. Cambia la sociedad. Pero quizás estos últimos años el mayor impacto ha sido la transformación digital y la incorporación de una tecnología que permite amplificar nuestra misión, una oportunidad magnífica para alcanzar audiencias inéditas hasta ahora. Lo que nos permiten estas nuevas herramientas definirá también lo que seamos capaces de ofrecer a la visita presencial ya la museografía que de cada una de nuestras instituciones.

En este sentido, estamos desarrollando un proyecto de transformación digital que llamamos Arteder (Bellas Artes en euskera), que abrirá las puertas de los dos museos a la vez: el museo físico que puedes visitar cuando llegues a Bilbao y ese otro museo con contenidos digitales realmente extraordinarios ya disposición de una audiencia distinta.

El ámbito digital permitirá también aliviar la ansiedad desde el punto de vista de la comunicación de lo que sabemos sobre nuestras colecciones y de lo que somos capaces de trasladar a la sociedad sobre las historias que contienen. Esto nos permitirá reservar para la experiencia física en el museo aquellas formas de museografía que hacen valer no sólo la erudición sino también la calidad del arte, esa cualidad que provoca nuestro deleite.

Miguel Zugaza, Director del Museo de Bellas Artes de Bilbao: "El museo debe comprometerse con los retos que la sociedad tiene" Ampliació del Museu de Belles Artes Bilbao

El museo se plantea entonces como un sitio para el placer

En un texto de 1923, Paul Valéry hacía una crítica al Museo del Louvre. Decía que cuando estabas dentro te apetecía volver al buen tiempo que echaba del museo. Valéry trataba en cierto modo de reivindicar el placer de la relación de la arquitectura con la obra de arte –sea una escultura, un dibujo, una pintura, vídeo, una instalación...– en un espacio donde el cuerpo de cada visitante se va a encontrar una experiencia que debe ser memorable y satisfactoria. Pero esa experiencia no es ajena a la realidad. El museo debe comprometerse con los retos que la sociedad tiene. El arte siempre está concernido por los problemas del ser humano en cada momento, por lo que ocurre en el mundo y también por su propia condición humana.

Por otro lado, los museos están adquiriendo una notable visibilidad para algunas reivindicaciones.

Sí, correcto. Muchas veces creo que deberíamos entender los museos más que como patrimonio de la humanidad como auténticas reservas de la biodiversidad. Debemos saber trasladar a la sociedad que el arte es muy frágil, a veces casi más frágil que la propia naturaleza. Se deben saber generar espacios donde el arte se proteja de la contaminación ambiental, de las contingencias contemporáneas, de la moda, en definitiva. El Museo Bellas Artes de Bilbao puede aspirar a ser este refugio para el arte, algo relevante que podemos proponer a la sociedad en los próximos años.

En este sentido, ha hecho dialogar piezas contemporáneas y antiguas. Esto ya da otro perfil al museo.

El signo más claro de la salud de un museo es que la colección todavía crezca. Es decir, que siempre tengas necesidad de ampliar el espacio para poder contener lo que el museo va adquiriendo o recibiendo en donación. Hace poco hemos tenido una donación maravillosa por parte de Roberto Sáenz de Gorbea. Es el fondo de una de las galerías más importantes de arte contemporáneo de Bilbao. Y esto es una oportunidad magnífica para incorporar a la secuencia de arte del museo una especie de estratigrafía concreta de lo que una plataforma tan importante como es una galería de arte en una ciudad aporta sobre los eventos artísticos entre los años ochenta del siglo pasado y las primeras décadas.

Esto genera la necesidad también de dedicar espacios para poder contener las numerosas donaciones. Y, efectivamente, cómo resolverlo también empieza a convertirse en una parte de la performance del museo. Los más radicales son siempre los holandeses. Por ejemplo, el Museum Boijmans Van Beuningen está reformando el edificio histórico, pero a la vez en lugar de hacer un almacén inaccesible para el público lo ha convertido en un edificio visitable. Es decir, el propio almacén se convierte en un elemento de actividad pública de la institución. Son fórmulas muy interesantes. Nosotros, en principio, no somos tan radicales como los holandeses, aunque iremos resolviendo esta incorporación de nuevos elementos.

¿Cómo cree que la nueva ley de mecenazgo puede ayudar a visibilizar estas donaciones de colecciones?

El Museo de Bellas Artes de Bilbao es uno de los museos del ámbito estatal con un apoyo de la sociedad más sostenido e importante en el tiempo: casi el 70% de la colección procede de donaciones y legados. Los museos representamos el compromiso que tiene una comunidad, una sociedad, con el arte de su tiempo y, por tanto, parece que este compromiso se encarna extraordinariamente bien en el coleccionismo privado. Al mismo tiempo que la promoción de museos públicos, es necesario incentivar el coleccionismo privado porque es la historia paralela del arte que se va construyendo en su entorno y que, si el museo es capaz de crear lazos de colaboración, seguramente acabará por enriquecer la institución. Cultivar esta relación del museo con los coleccionistas y agentes culturales de su entorno es uno de los esfuerzos más importantes que he podido aportar en los últimos años y que ha redundado en un incremento patrimonial tanto en el número de obras como en el valor de las colecciones ingresadas.

Miguel Zugaza, Director del Museo de Bellas Artes de Bilbao: "El museo debe comprometerse con los retos que la sociedad tiene" Ampliació del Museu de Belles Artes Bilbao

Lo que hace falta es educar y tener una sensibilidad. Su padre, Leopoldo, fue un gran activista del mundo de la cultura. La transmisión a través de la familia, a través de la educación, la formación que se puede dar desde los museos a escala educativa, todo esto es casi mejor que tener que legislar, ¿no?

Sin duda, las tradiciones son importantes. Yo heredo de mis padres un compromiso con la cultura y el arte que he convertido en mi profesión. Esta transmisión entre generaciones es muy importante. Sin embargo, no hay museos de autor. Pocos son los directores capaces de realizar museos que representan sólo la personalidad o la visión del arte. El Museo de Bellas Artes de Bilbao es fruto de una buena tradición moderna, que siempre ha ido sumando, sosteniendo, aumentando y enriqueciéndose con nuevas piezas de valor e interés.

En cuanto a gestión, usted que ha estado en grandes museos, ¿qué es lo que encuentra de positivo en museos de dimensiones más reducidas?

Cuando me reclamaron por ir al Museo del Prado buscaban una experiencia de gestión. Es decir, lo que ensayamos en los seis años que estuve al frente de la dirección del Museo de Bellas Artes de Bilbao era lo que querían implementar en el Prado. El compromiso de cada museo es distinto. Es necesario entender cada institución en su originalidad extraordinaria. Un museo es una institución que se debe a la conservación, al conocimiento, a la puesta en valor de su colección ante la sociedad, a la educación... Pero, al mismo tiempo, es una organización compleja que hay que gestionar. Llevar esa doble vida del museo y conducirla en el buen sentido fue la aportación que, creo, pude llevar inicialmente al Prado. Incorporamos el apoyo del ámbito privado, los patrocinios, los amigos del museo, la actividad comercial del museo, etcétera, dando al museo viabilidad no sólo en términos culturales.

Ante la jubilación de Juan Ignacio Vidarte, quien esté al frente del Guggenheim es un perfil importante, sobre todo porque es un eje bastante vertebrador para la cultura y el arte en Bilbao. ¿Qué perfil cree que debe tener el nuevo director? ¿Cómo ha sido su relación con él?

Juan Ignacio ha sido una figura absolutamente fundamental. Su nombre está entre los tres o cuatro nombres propios del proyecto Guggenheim Bilbao. Es quien traza toda la cronología del proyecto, desde su origen hasta hoy mismo. La relación siempre ha sido muy buena en lo personal y sinceramente creo que él, aunque no procedía del ámbito cultural y artístico, nos ha dado varias lecciones de cómo gestionar un museo en el siglo XXI. Es una despedida inevitable por decisión propia, pero es muy importante conservar esa visión tan precisa, tan clara, tan estratégica de Juan Ignacio en el mundo de los museos.

Y por último, ¿cómo es la relación con los otros museos y centros de Euskadi?

Aunque el museo más cercano es el Guggenheim, el Museo de Bellas Artes de Bilbao mantiene una relación muy intensa con otras plataformas del arte en Euskadi, lo que demuestra la riqueza del sistema del arte en el conjunto de la comunidad autónoma . Durante la pandemia se nos pidió más colaboración entre tres instituciones que dependíamos del Gobierno Vasco: nosotros, Artium de Vitoria-Gasteiz y Tabakalera de San Sebastián. Y se pensó en un proyecto de colaboración que llamamos Colección compartida que, desde entonces, hemos mantenido. Anualmente, las tres instituciones acordamos la adquisición de obras de artistas del contexto del País Vasco. Además de generar una nueva capa de memoria donde tres instituciones –un centro de producción de arte, un museo específico de arte contemporáneo y un museo de bellas artes– colaboran a cifrar la actualidad del arte en la nuestra comunidad, este tipo de colaboración nos enriquece enormemente.

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