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Opinión

José Ramón Prieto

José Ramón Prieto

Me cuesta escribir sobre un amigo tan querido que ya no está entre nosotros. Ha sido un gran coleccionista de arte contemporáneo, el colofón lo tuvo cuando su arte se expuso la pasada primavera en Bilbao, su ciudad natal, donde vivía con su mujer, Ana, otra amante del arte. La exposición Womanology , maravillosamente comisariada por Lourdes Fernández (exdirectora de ARCO), recogía su colección de arte en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Era curioso, para quienes la habíamos visto colgada en su casa, verla en el museo, donde adquiría otra dimensión.

Le gustaba convivir con su arte y estaba profundamente reservado, pero con la enfermedad decidió compartir la colección con los demás. Miguel Zugaza (ex director del Museo del Prado y actual director del Museo de Bellas Artes) dijo: "Me siento orgulloso de que el museo, por unos meses, haya sido también la casa de Prieto."

Empezó su colección hace 25 años y la hizo sólo de artistas mujeres; fue muy avanzado que el discurso artístico fuese femenino. Ahora está muy en boga reconocer a las artistas, pero todos sabemos que no han tenido siempre el protagonismo que se merecen

Aprendí mucho con JR. Era una persona que hacía sus deberes, que estudiaba, y estaba profundamente informado. Recorrimos muchos pasillos, muchas ferias, muchas exposiciones, muchos museos de todo el mundo los tres juntos, con JR y Ana, mi querida amiga. Su colección era muy rigurosa con una proyección internacional y contemporánea. Las artistas eran, son, de su generación. Impresionaba cenar con la foto en el fondo de la Pietano de Marina Abramovic –de la que tenía varias obras–, una de las artistas vivas más reconocidas en el panorama artístico internacional y flamante premio de Asturias; o la obra impresionante de Cristina Iglesias, magníficamente colocada en la casa; o la preciosa obra pintada en rojo del perfil de una mujer embarazada de Louise Bourgeois, la única artista muerta de la colección; o el fabuloso Tracy Emin.

Le interesaba asesorarse, descubrir a artistas y perseverar en el conocimiento. Una de las últimas obras adquiridas fue la impresionante obra sonora de Susan Philipsz, colocada en la entrada de su exposición en el museo.

JR era –me cuesta hablar en pasado– un hombre y amigo muy especial, tejía complicidades. Los recuerdos con él son innumerables. Su sensibilidad hacia la mirada femenina artística era muy enriquecedora. Es curioso, entre los amigos coleccionistas cada uno de ellos tenía su personalidad, pero nos teníamos un gran respeto mutuo. Me llena de orgullo que en su magnífico catálogo me llamara.

Era miembro de honor del Guggenheim Bilbao y de otras instituciones como el Prado, la Fundación Museo Reina Sofía de Madrid y el taller del MACBA de Barcelona.

Tristemente, fue afectado de ELA, esta enfermedad tan cruel. Los últimos días estuvieron llenos de amor, dio y recibió, y su amor por el arte fue hasta el final: hasta el último momento incorporó piezas a su fantástica colección, como ahora un precioso dibujo de Jenny Saville que ha viajado por una muestra a Florencia.

Querido JR, tus amigos te recordaremos siempre, y siempre sentiré a tu “Cristin”.

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