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Exposiciones

Bernardí Roig y las metamorfosis de la cabeza de Goya

Bernardí Roig y las metamorfosis de la cabeza de Goya

“Y si los personajes del Trauerspiel mueren es porque solo pueden acceder a la patria alegórica de este modo, como cadáveres. No es por ser inmortales que mueren, sino por ser cadáveres.” Walter Benjamin. Origen del drama barroco alemán (1928)

Bernardí Roig nos sorprende por su versatilidad conceptual, formal y su personalidad poliédrica. Pero no menos por su reflexión sobre el arte, su historia y sus distintas vías de expresión. En su trabajo, la historia se entiende como una ficción consensuada. Da igual que la mirada se dirija hacia la arqueología o hacia la contemporaneidad. Los rasgos esenciales que definen su quehacer serían quizá la memoria, el tiempo y la identidad, conceptos que trabaja desde la escultura, la fotografía, el vídeo y la instalación multimedia. Se enfrenta a la representación del cuerpo humano como un espacio de reflexión sobre el individuo y la sociedad, una relación siempre incómoda en un mundo cada vez más global en el que el individuo —y, por extensión, el artista— cuenta cada vez menos a todos los niveles.

Este es un tema que ha sabido reflejar muy bien cuando se ha confrontado con los bustos de la escultura romana de época imperial, en los que domina la ausencia de la nariz en los retratos, un relato escultórico que desplegó en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. La serie sobre La cabeza de Goya también parte de una ausencia. Goya (1746-1828) murió exiliado en Burdeos. En 1888, el cónsul español en esa ciudad decidió exhumar el cuerpo y enviar los restos a Madrid. Al abrir la tumba, la sorpresa fue que el esqueleto no tenía cráneo. Alguien lo había robado y se había perdido para siempre. Obsesionado por esta decapitación fraudulenta, Bernardí Roig emprendió durante la COVID-19 el reto de hacer un dibujo diario sobre la cabeza desaparecida de Goya, impulsado por el protagonismo que la intensidad de la muerte adquiría en esos días. El resultado son 55 dibujos en los que reaparece el fantasma de Goya, también las turbulencias de su época; la España trágica entre el barroco y el romanticismo se manifiesta bajo una mirada crítica que solo puede expresarse desde lo grotesco. La obsesión por Goya le viene de lejos. Sus primeros pasos en el arte fueron conocer las pinturas negras de la Quinta del Sordo, que también resuenan en este relato de la decapitación póstuma del pintor de Fuendetodos.

Toda la serie tiene un trazo de metamorfosis, como sucede con Kafka o con el escultor alemán Franz Xaver Messerschmidt (1736-1783), contemporáneo de Goya, que con su serie de bustos que ejemplifican caracteres a partir de expresiones faciales exageradas por problemas mentales, especialmente paranoia y alucinaciones, roza, como Goya, la locura desde un punto de vista teatral, que lo vincula al alma barroca.

El cráneo de Goya preside esta vanitas mental atormentada del artista, que busca a través de Goya la identidad y el propio retrato del artista. ¿Qué es el arte para Bernardí Roig?: “Una amalgama de pieles que mi cabeza ha expulsado”. Si no fuera un artista mallorquín, diríamos que con este trabajo sobre la cabeza de Goya podría pasar por artista aragonés.

En contraste con esta trágica mirada barroca, en el vídeo La joie de vivre, un tema pictórico de Picasso y Matisse, grabado y proyectado en las salas de la Tabacalera de Madrid en 2018, cinco chicas corren desnudas por salas y pasillos, felices de exhibir su cuerpo y sus palpitares. Marcel Duchamp les habría dedicado el aforismo dadá “abominables fourrures abdominales”, que publicó en el número 5 de Littérature en 1919.

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