El Museu de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand presenta Clarissa Tossin: Point of No Return, una muestra temporal que reúne más de cuarenta obras creadas por la artista brasileña a lo largo de las dos últimas décadas. Lejos de limitarse a ilustrar la crisis climática, Tossin (Porto Alegre, 1973) integra en sus piezas residuos, objetos y materiales que funcionan como huellas directas del colapso ambiental. La exposición marca la primera individual de la artista en un museo brasileño, un hito que consolida su presencia en el panorama del arte contemporáneo.

Clarissa Tossin, Ponto sem retorno, vista de la exposición. Cortesía de MASP.
Comisariada por Adriano Pedrosa, director artístico del MASP, y por el curador asistente Guilherme Giufrida, la muestra se concibe como una instalación de carácter inmersivo. “La impresión es que el museo quedó anegado y que la exposición se armó con lo que sobrevivió. Es como si el público recorriera un museo en un escenario posapocalíptico. Clarissa es una artista conceptual contemporánea, con muchas piezas a escala real, presentadas individualmente, lo que intensifica la experiencia inmersiva”, explica Giufrida.
Clarissa Tossin (Porto Alegre, 1973) es una artista visual brasileña radicada en Los Ángeles cuya obra explora las huellas materiales del colonialismo, la globalización y la crisis ecológica. Formada en la FAAP y con un MFA del California Institute of the Arts, Tossin desarrolla una práctica interdisciplinaria que integra instalación, video, escultura y técnicas de tejido, incorporando residuos y objetos descartados para convertirlos en “fósiles del futuro” que revelan las tensiones entre producción, consumo y colapso ambiental. La exposición Point of No Return, en el MASP, marca su primera individual en un museo brasileño y refuerza su lugar como una de las voces más incisivas del arte contemporáneo.

Clarisa Tossin, ‘Shroud for Venus’, 2025, cortesía de Luisa Strina, São Paulo/Foto: Brica Wilcox.
Formada en Brasília y con una trayectoria que transita entre Brasil y Estados Unidos, comprendió desde temprano que el relato de la modernidad suele construirse sobre la destrucción de lo que la antecede. Al recorrer sus obras, resulta difícil no pensar en Brasília —esa utopía proyectada sobre un cerrado previamente devastado y asfaltado— como una presencia constante, incluso cuando no aparece de forma directa en sus imágenes. Su formación trascendió el marco institucional: se forjó a partir de una conciencia crítica que emergió durante sus estudios de artes visuales, etapa en la que desarrolló proyectos que ya entrelazaban política regional y desplazamiento territorial, conectando desde el inicio la realidad del sur de Brasil con los circuitos globales del arte contemporáneo.

Clarissa Tossin, vista de instalación de 'Point of No Return', 2025, en MASP.
Ponto sem retorno, que se podrá ver hasta el 1 de febrero de 2026, articula reflexiones sobre los desastres ambientales que han marcado tanto a Porto Alegre, ciudad natal de Tossin, como a Los Ángeles, donde reside. Entre las obras destacadas se encuentra Dead pool (2025), producida por encargo del MASP, realizada con pigmentos elaborados a partir de tierras recolectadas en tres zonas afectadas por las inundaciones en Rio Grande do Sul: Cidade Baixa, Sarandi y Eldorado do Sul. Concebida para intervenir directamente en las paredes de la galería, la pieza reproduce las líneas de barro que quedaron impresas en las construcciones tras el paso del agua. Además de evocar las devastadoras inundaciones que azotaron el estado en mayo de 2024, coincidiendo con el inicio de la investigación para la muestra, la obra remite también a las marcas dejadas por los desastres de Mariana (2015) y Brumadinho (2019).