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Opinión

Asignaturas pendientes

Asignaturas pendientes

He escuchado varias veces a la consejera de Cultura explicando sus proyectos para el departamento que dirige. Hace un planteamiento continuista respecto a la anterior consejera y asegura que consolidará la línea de crecimiento presupuestario. Tiene empuje y un equipo animado. Reclama más compromiso de las demás consejerías y de la sociedad a favor de la cultura.

Lo que se propone es correcto, sin grandes novedades, pero en la línea de recuperar lo pendiente desde hace una o dos décadas. En cualquier caso, en un país donde cada gobernante que empieza parece obligado a destruir las herencias recibidas, hace de buen escuchar. De las cosas que le he oído explicar deduzco, sin embargo, que hay un par de temas pendientes que no acabo de saber si están entre sus prioridades: uno es la fotografía y el otro, la arquitectura. Hay más temas pendientes, pero estos dos son especialmente flagrantes.

En el proyecto de implicación y nuevas funciones que en 2011-2012 el equipo que entonces yo dirigía a la conselleria encargamos al director del Museo Nacional de Cataluña —hombre entusiasta y buen profesional—, estaban incluidas la fotografía y la arquitectura. Considerábamos la ampliación contando con los dos pabellones ubicados entre el Palacio Nacional y la Font Màgica. Uno debía estar destinado a la funcionalidad propia del museo y sus colecciones, que sin duda deberían incluir también las artes del período comprendido entre la posguerra mundial de 1945 hasta la actualidad; por tanto, las artes nacidas en los años sesenta, setenta, ochenta y noventa, como, por ejemplo, el diseño, el cómic y la gama digital.

Desde la conselleria, y yo personalmente, insistimos en que, además, las artes no precisamente nuevas, como la fotografía y la arquitectura, olvidadas por las políticas públicas nacionales, tuvieran en el MNAC la estructura profesional imprescindible para poner en marcha un irrenunciable Centro Nacional de Fotografía y un aún más necesario Museo-Centro Nacional de la Arquitectura, ponga su nombre. La razón era sencilla: la fotografía ha sido en Cataluña, en términos históricos, un vivero extraordinario de talento creativo; y la arquitectura ha sido, también en términos históricos, un referente internacional de reconocida solvencia y creatividad. Es una disciplina con nombres, obras de referencia, proyección mundial, escuelas reconocidas y un sector profesional de gran técnica y categoría cultural. Un sector que, por su parte, pasa dificultades. Hoy por hoy, ni la fotografía ni la arquitectura tienen un sitio que construya discurso de pasado; en consecuencia, tampoco de presente y menos de futuro.

Es bueno constatar, por tanto, que finalmente, con más de una década de retraso, se piense en acometer la imprescindible ampliación del MNAC. Es bueno que se haya elegido uno de los viejos pabellones de la Feria, el de Maria Eugenia, al pie del Palau Nacional, para ampliarlo. Pero es una lástima que el segundo pabellón haya quedado al margen. El MNAC es el gran referente de la museística catalana, por mucho que la mirada general del país siga mirando hacia otro lado. Sería una magnífica aportación que en torno al MNAC se hubieran resuelto las asignaturas pendientes de la arquitectura y la fotografía.

Mientras, en Madrid se está desplegando La Casa de la Arquitectura, en el Paseo de la Castellana, en la arquería de los Nuevos Ministerios, pagada obviamente por el Ministerio de Transportes. Se inauguró en diciembre de 2023, y su objetivo es convertirse en un referente nacional e internacional para la divulgación de la arquitectura, el urbanismo y el paisajismo en España. La colección estable de La Casa de la Arquitectura está constituida por objetos, dibujos, documentos, planos e imágenes relacionados con el patrimonio arquitectónico y urbanístico español y cuenta con una plataforma digital que ofrece acceso online a su colección.

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