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Exposiciones

Miró y Matisse: más allá de las imágenes

En la Fundació Joan Miró, un diálogo visual entre dos figuras esenciales del arte del siglo XX.

La platja de Cambrils, Joan Miró (1917). © Successió Miró
Miró y Matisse: más allá de las imágenes
bonart barcelona - 23/10/24

Miró, con su lenguaje de signos y colores casi arcaico, conectaba con una dimensión primitiva de la pintura. Matisse, por su parte, conseguía transmitir una armonía explosiva llena de vida, color y luz. A pesar de sus diferencias, ambos artistas compartían una inquietud: ¿cómo ir más allá de la imagen? ¿Cómo se puede trascender lo que el ojo ve para expresar lo esencial y al mismo tiempo profundo del mundo que nos rodea?

La exposición 'MiróMatisse. Más allá de las imágenes', comisariada por Rémi Labrusse y organizada por la Fundación Joan Miró y el Musée Matisse de Niza, explora esta relación entre los dos artistas y es el fruto de cuatro años de colaboración entre las dos instituciones, que han logrado llevar por primera vez a Barcelona un conjunto tan significativo de obras de Matisse. La exposición, abierta al público desde el viernes y hasta febrero, va más allá de las simples pinceladas y formas, poniendo al descubierto la relación y admiración mutua entre ambos artistas, así como el deseo compartido de ir más allá de los límites de la pintura y, tal y como indica el mismo título, ir más allá de las imágenes.

Pese a pertenecer a generaciones distintas —Henri Matisse, nacido en 1869, y Joan Miró, en 1893—, la exposición resalta cómo sus trayectorias se entrelazaron en momentos decisivos, en un continuo juego de influencias mutuas. Miró, a través de sus collages y formas oníricas, evocaba la brutalidad poética del fauvismo originado por Matisse, que por su parte, encontraba en Miró una nueva energía, una frescura que le ayudaría a superar sus propias crisis creativas.

Miró y Matisse: más allá de las imágenes Joan Miró i Henri Matisse al cafè Les Deux Magots de París, 1936. © Pierre Matisse

Compartían una fascinación por la crítica de la tradición occidental de la imagen. Su pintura no sólo quería representar lo que vemos, sino romper la barrera de la superficie y penetrar en las profundidades de la percepción. Matisse buscaba una armonía decorativa que trascienda los conflictos interiores, mientras que Miró desafiaba las convenciones académicas con un lenguaje que mezclaba sueños y símbolos.

Es esta yuxtaposición de obras lo que vertebra la exposición. Las piezas expuestas, procedentes del MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid o el Musée des Beaux-Arts de Bélgica, entre otros, plasman cómo los dos artistas se retroalimentaban en una espiral creativa. Matisse, con sus líneas delicadas y su uso magistral del color, influyó a Miró en etapas clave de su carrera, tanto en las etapas formativas de la mano de Sunyer y otros artistas vinculados a la Galería Dalmau, como a finales de los años 40 y 50, cuando el artista catalán se dejaba seducir por los collages y dibujos de tinta de Matisse.

Pero esa influencia no era unidireccional. Miró, con su visión del arte como una exploración del inconsciente, ofreció a Matisse un nuevo camino en momentos de duda, como en la década de los 30, cuando Matisse atravesaba una crisis creativa profunda. Fue entonces cuando Matisse pidió a su hijo Pierre, que se marchaba de Miró a Nueva York, que le mostrara sus obras, buscando una crítica constructiva. La respuesta de Miró, llena de respeto y admiración, ayudó a Matisse a reanudar su trabajo.

Miró y Matisse: más allá de las imágenes Cotlliure, a l'agost, Henri Matisse (1911). © Succession Henri Matisse

Ambos artistas compartían una conexión especial con el paisaje mediterráneo. Matisse encontró en Colliure una fuente de inspiración, por su luz y su vida rural. Miró, por su parte, se sintió profundamente vinculado a la tierra de Mont-roig del Camp, donde encontró un refugio creativo.

Lo que hace que 'MiróMatisse. Más allá de las imágenes' sea una exposición inédita es que aparte de ser un ejercicio académico, también explora las conexiones personales y artísticas entre ambos, las intuiciones y deseos compartidos.

Es en la última sala de la exposición donde el diálogo artístico, latente a lo largo del recorrido, se pone de manifiesto: 'Pintura (Guante blanco)' de Miró, de 1925, y 'Vista de Notre-Dame' de Matisse, de 1914. Ambas comparten un fondo azul, pero son azules completamente distintos, que casi conversan entre ellos. Este contraste final simboliza, con potencia visual, la tensión y complementariedad entre dos artistas que nunca dejaron de dialogar.

Miró y Matisse: más allá de las imágenes 'Pintura (Guant blanc)' i 'Vista de Notre-Dame'

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