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Opinión

Somos exquisitos

Vista de l’exposició Ferran Garcia Sevilla. Cosmos-Caos. © De les fotografies de Guillem FH (ArtWorkPhoto.eu). De les obres: Ferran Garcia Sevilla, VEGAP, Barcelona, 2022.
Somos exquisitos

Cuando un recién llegado choca con nuestro contexto artístico, no falla en la diagnosis: sobresalimos por un arte sutil, sofisticado, conceptualizado, impoluto. Estamos exquisitos en todos los registros de la práctica artística: en la sutilidad de la presentación, en la precisión del montaje, en el refinamiento de las publicaciones. Es una marca cultural que nos distingue y que contrasta con modalidades artísticas más desatadas que se encuentran en otras latitudes.

Una explicación plausible es que la profesionalización del sector del arte contemporáneo se instauró en un contexto artístico, el de los noventa, inmerso en la recepción del arte neoconceptual. Una estructura que generó una forma de hacer y que con los años se ha sabido dotar de tiempo, espacio y recursos para sofisticar todos los elementos de la cadena del proceso creativo (¡con excepción, a menudo, del sueldo de los curadores y artistas!) .

En mi praxis como curador, a menudo me he encontrado inmerso en los avatares que suelen acompañar al proceso de refinamiento artístico. Es necesario distinguir, eliminar, limpiar, sintetizar, afinar. La precisión de la iluminación, la sinuosidad del cableado, la temperatura de color de los muros. Nuestro contexto se ha refinado tanto que cada artista o comisario tiene sus propios proveedores especialistas, que desbancan a los obsoletos técnicos institucionales.

Seguramente, ante una realidad sobreexpuesta de imágenes y ruido visual, necesitamos proponer un espacio impoluto de contemplación y relación filtrada con el mundo de la imagen. Pero esta forma de hacer, entendida como modelo arquetípico, tiende a excluir otras prácticas más crudas del arte. No debemos olvidar que venimos, también, de una tradición artística de vanguardia que acepta el error, el azar, lo sucio, lo siniestro, incluso también lo lleno, atepecido o natural .

Hoy existe una nueva generación que se muestra culturalmente sin filtros. Que usa como red social el Be Real, reaccionando contra la imagen maquillada de Instagram. Que toleran el error, el azar, la suciedad. Que hablan tal y como mana de enfermedades mentales, de espiritualidad, de la fealdad. Una nueva atmósfera que vemos en la serie Autoedición (Filmin), con la participación de Jaume Clotet o Eloy Fernández Porta.

En arte, hace pocos años encontramos artistas trabajando en una corriente parecida no filtrado: pienso en los Sociedad 0, Pablo del Pozo, Víctor Jaenada, Marcel Juliana. También en artistas de la vieja escuela, como Ferran Garcia Sevilla, en su colosal exposición a dos bandas, en el MNAC y en el Centro de Arte Tecla Sala (CATS). La exposición de Hospitalet está voluntariamente descuidada en muchos puntos. Cuadros sin colgar. Con saturación de obra. Con poco relato textual. Obra hecha in situ , con errores e improvisación. Pero todo, bueno o malo, vibra. No es exquisito pero nos altera y sacude. ¿No trata de eso, también, el arte?

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